La portavoz del Gobierno catalán, Elsa Artadi, calificó de “anecdótico” el puñetazo a una mujer por retirar lazos amarillos, y negó que haya violencia en la calle. La mujer va a denunciar la agresión, no lo considera anecdótico. Ya se ve que el lenguaje pretende envolver realidades con ropaje distinto.
Anecdótico es algo accesorio, circunstancial. Un puñetazo de ese estilo más bien tiene todo el aspecto de constituir un delito de lesiones, y seguro que ningún ciudadano, ningún abogado, ningún juez, nadie que no sea Artadi o quien comparta sus ideas de negar la violencia, comparta el calificativo de anecdótico. Una agresión es algo grave.
Casualmente, mientras escribo estas líneas, llega la noticia de que la Policía Nacional ha detenido al agresor de la mujer, por un delito de odio y otro de lesiones, tras la denuncia de la mujer. Lo que para Artadi es anecdótico, para la denunciante y para la Policía Nacional es constitutivo de dos delitos.
Hay violencia en las calles en Cataluña, y negarlo es negar la realidad. La pugna por colocar o retirar lazos amarillos lo está poniendo de manifiesto. Para algunos, esta agresión puede simbolizar la punta del iceberg de una violencia que sufren los catalanes que no son independentistas, y se indignan cuando la portavoz le resta importancia como algo anecdótico.
Desde luego que no hay puñetazos todos los días, pero la violencia puede ser física, verbal o psicológica, y por supuesto que la hay. Vecinos independentistas que dejan de hablar a quien no lo es, catalanes que llevan el lazo amarillo en reuniones o comercios y que miran con desdén a quien no lo lleva. Y no sólo las miradas, sino las conversaciones o los insultos.
Amistades de décadas, o incluso relaciones en las familias, se han truncado por parte de los independentistas, no parece que las hayan cortado los partidarios de la unidad de España: no se puede hablar del asunto, porque se alteran, y se pasa a la indignación y el insulto.
Habrá que ver los resultados del turismo nacional en Cataluña este verano. Llegan comentarios de veraneantes que iban a Comarruga o Salou, sobre lo que han vivido, y han acortado sus vacaciones; otros ya no han ido este verano. Y los “Se Vende” en apartamentos han aumentado, algunos de ellos –difícil de cuantificar– porque están hartos del clima violento en la calle, del trato en comercios y comunidades de propietarios.
Si el Gobierno catalán considera “anecdótica” la agresión, que la Policía Nacional estima como delito, está justificando de paso no hacer nada. Una agresión es una agresión. Un pequeño detalle sería saber si los agresores pertenecen o no a un partido político, y si este partido ya los ha expulsado, al margen de la denuncia que presente la mujer agredida. Nada se sabe. Pero como es “anecdótico”, no hacen nada.
La convivencia diaria en Cataluña se hace irrespirable para una parte considerable de la población. Es fácil escribir sobre ella, pero muy difícil lograrla en la vida cotidiana. Se acercan días en que el independentismo exhibirá su fuerza, y entre todos hay que estar vigilantes para no caer en eufemismos ni en provocaciones –si las hay-, sino exigiendo el respeto a las ideas ajenas, y llamando a las cosas por su nombre.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.