La situación del lector de estas líneas, en el mes de vacaciones por excelencia, seguro que es muy variada. Sin embargo, la palabra vacaciones trae consigo otra casi automáticamente, que es “desconectar”.
Expresando la sensación de algunos, un amigo me decía ayer: “¿hay algún desgraciado, aparte de mí, trabajando en agosto?”. Las vacías calles de Castellón son una clara muestra. Puede suceder que alguno coja vacaciones en otro momento, pero si puede se abona a agosto, o al menos una quincena de agosto y otra de julio o septiembre.
En agosto parece paralizarse la vida, en algunos casos con cierre físico de instalaciones, como es el caso de la Universitat Jaume I o los Juzgados. Cualquiera que pueda tener intereses académicos o simplemente de estudio en la Universidad ha de organizarse de otra manera. Cualquiera que tenga un asunto en los Juzgados ya sabe que apenas funcionan. Mi opinión sobre el cierre de la Universitat Jaume I para ahorrar gastos es más bien favorable, pero no así los Juzgados: la Justicia, los juicios, deberían existir también en agosto, puesto que es un servicio básico. Justicia lenta, justicia injusta. La consecuencia es que abogados y procuradores, por citar algunas profesiones relacionadas con los tribunales, echan el cierre, demorando –no por su culpa– lo que los ciudadanos agradecerían agilizar en estas semanas de agosto.
Desconectar, voluntariamente o a la fuerza, es lo que sucede. Si uno quiere trabajar ciertos asuntos en agosto, se encuentra con que está de vacaciones quien le ha de proporcionar datos, completar documentación o simplemente avanzar en alguna tarea. Agosto, mes perdido a la fuerza, una realidad creciente, que muchos disfrutan de vacaciones, y otros lo sufren por diversos motivos.
Si alguien entiende que las obras de la línea férrea Valencia-Teruel-Zaragoza se lleven a cabo estos meses de verano dejando sin tren a Teruel, en el mes que más se utiliza para viajar a destinos turolenses, que me lo explique. No tiene ni pies ni cabeza, y hasta suena a provocación arreglar unos parches de la línea férrea en la época más utilizada. Tal vez RENFE piense que la capacidad crítica o de enfado se mitiga con el calor del verano. Unos desconectan y a otros les desconectan.
Mi apoyo a cuantos no pueden tener vacaciones, por su economía o porque han de cuidar a mayores o enfermos en estas semanas. Ojalá descansen un poco aunque no viajen. No todos pueden desconectar.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.