Certezas y enigmas catalanes

La certeza es que no se celebrará el referéndum, o solamente un simulacro, una farsa sin sentido ni valor alguno. Los enigmas son muchos más.

Como no podía ser de otra manera, el Estado de Derecho se ha puesto en evidencia con eficacia. Aunque curiosamente los líderes catalanes lanzan la responsabilidad contra Mariano Rajoy y avisan de que los catalanes no olvidarán lo que está haciendo estos días, en sentido contrario Pedro Sánchez ha sentencidado que Rajoy no ha hecho nada y ha sido obra de los tribunales. ¿Rajoy o los tribunales, en qué quedamos? Más bien, los dos.

Cataluña está viviendo un tiempo de máxima tensión, y continuará durante un tiempo considerable. Algunos mencionan el clima independentista y violento que hubo en el País Vasco como referencia, esperando que también en Cataluña –aunque con características muy distintas a los episodios vividos en tierras vascas– se vayan apaciguando las aguas. Ojalá sea así, y que no se tarde tantos años.

Pero los enigmas surgen por todas partes. Lo lógico sería convocar elecciones en Cataluña, pero supone un riesgo más que considerable para los actuales gobernantes catalanes. Si hay elecciones, ¿se lanzará a votar esa mayoría silenciosa que se opone al independentismo?

Hipotéticamente, un sector de los votantes de PDeCat emigraría a ERC –que crecería bastante-, y otro sector a partidos como Ciudadanos o PSC. El PDeCat sufriría una sangría histórica, tras haber abandonado completamente el “seny” y la moderación legal, que no pocos de sus votantes tenían como seña de identidad, pero ahora un partido a la deriva, tras la corrupción de Jordi Pujol y familia, y el alocado independentismo de Mas y Puigdemont.

En esa hipótesis de elecciones catalanas, ¿qué resultado obtendría CUP? Un partido radical, ¡con sólo 2.000 afiliados! Sería la ocasión de conocer el diagnóstico ciudadano tras el radicalismo mostrado por CUP, tanto en el fondo como en las formas. Dudo mucho que creciera CUP.

La tensión en Cataluña se ha elevado a niveles insoportables para muchos que viven allí. Me consta que no pocos barajan una idea que descartaban hasta hace poco: irse a vivir fuera de Cataluña. Por ellos, por sus hijos, por una convivencia en paz. Los hay jubilados, los hay asalariados que desean irse de Cataluña. No serán muchos, pero es un efecto previsible. Algunos afirman que les resulta insoportable vivir allí, y que perciben como “larga” la tensión, que no desean seguir soportando para ellos ni sus famlias.

Un bloque de enigmas es qué plan tiene Rajoy para que la libertad y el derecho se vivan y permitan en Cataluña, en la enseñanza, en la lengua, en la cultura, que son el caldo de cultivo de cuanto está sucediendo. Habrá que estar pendientes.

¿Y si Rajoy decide convocar elecciones generales? Hay quienes piensan que ganaría votos, tras la crisis catalana, en el conjunto de España, pero hay otros que son de la opinión de que podría perder precisamente por cómo ha gestionado la cuestión catalana, aunque no saben precisar exactamente qué medidas ha omitido o retrasado. Sí afirman que es un problema que se ha alimentado o/y permitido desde el gobierno de España desde hace décadas, por lo que Rajoy tiene sólo una parte de responsabilidad, tal vez no la mayor.

Económicamente, Cataluña va a sufrir, no sólo por los costes de este referéndum ilegal. Es difícil anticipar las empresas que se van a trasladar a otro lugar de España, o que van a desistir de invertir en Cataluña. Y, mientras tanto, los elevados gastos que nos está costando a todos los españoles –las decenas de miles de guardias civiles y policías nacionales trasladados estas semanas a tierras catalanas– ¡eso no es un enigma, sino una certeza de que saldrán del bolsillo de todos los españoles! La locura de Puigdemont la pagaremos todos los españoles.

Por eso, el Gobierno español ha de tener cuidado en ofrecer tras el 1-O mejoras económicas a Cataluña. Pueden surgir agravios comparativos –en la Comunidad Valenciana hay terror a que las mejoras a Cataluña supongan hacer pagar los platos rotos a los valencianos, una vez más-, por querer simplificar la cuestión catalana a dar más dinero a Cataluña. Pero puede suceder.

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.