De la selva a la civilización

  • El sociólogo Pablo Carreño, en la presentación de su libro titulado “Equipos" explica: Este libro, como todo trabajo que quiere servir a sus lectores, tiene una razón de ser porque tiene una meta, una meta que consideramos valiosa. La razón de ser es la de ayudar a comprender y vivir mejor la convivencia, cuando ésta se hace necesaria, porque un hombre solo no puede alcanzar los objetivos deseados.”
  • El capitulo 4 del citado libro, expone de manera muy clara, que todo hombre es individuo, único y distinto, y este proceso de individualización se complica cuando pasamos del temperamento al carácter, y de éste a la personalidad. Aquí ya es persona y resulta inclasificable cuando queremos intentar definirlo en esta ultima posición del desarrollo humano. Cuando es, genéricamente, más hombre es más único y más libre y más imprevisible: no hay ningún elemento de comparación. Y comienza ese capitulo del libro, analizando lo que de cierto o falso pueda tener esa advertencia del pensamiento empírico que nos ofrece aquello de “ genio y figura hasta la sepultura”. 
  • Un grupo de amigas de Castellón, decidimos organizar unas jornadas “in memoriam” Pablo A. Carreño Gomaríz (1931 a 2010), tituladas “De la selva a la civilización”: GESTIÓN DE EQUIPOS” y le pedí a Daniel Carreño, uno de los ponentes, un articulo, que me gustaría compartir y adjunto.

Empresa y familia, ¿Apoyo o conflicto?

Ha sido elaborada a partir de los escritos realizados por D. Pablo Carreño (†) y completado, actualizado con la aportación de nuevas experiencias por…

  •  Daniel Carreño Fernández. Consultor de Empresas y Sociólogo

Hemos dedicado los últimos treinta años de nuestro quehacer profesional a la Sociología de las Organizaciones y al Desarrollo de Directivos. Los temas de Ingeniería de la Dirección han sido el campo de nuestras aplicaciones en el mundo de las empresas. Dentro de este específico mundo de la relación y la organización humana, el gobierno y su función han sido el asunto "nuclear" de nuestra atención y emoción. Es desde aquí, desde donde intentaremos exponer nuestros puntos de vista sobre la relación Empresa-Familia; sus exigencias, sus dificultades, sus enemigos y las salidas los posibles conflictos. No podemos olvidar que el hombre o la mujer es uno y que, en este caso, dos organizaciones se disputan su amor: su atención, su tiempo, sus motivaciones y frecuentemente, dado el marco en que nos queremos mover en este artículo, su capacidad de dirección, gestión y gobierno.

Para nosotros, el gobernante es “todo hombre o mujer que, en sus ámbitos, trabajo y familia, es responsables del trabajo y la motivación “de unos” (subordinados) y/o de la educación y la felicidad “de otros” (hijos).

Estamos ante un asunto crucial y oportuno. No se trata de un asunto baladí que se pueda relegar al ámbito de lo insustancial o de lo que el hombre y la mujer puedan decidir libremente si le interesa o no. 

  • El gobernante es “todo hombre o mujer que, en sus ámbitos, trabajo y familia, es responsables del trabajo y la motivación “de unos” (subordinados) y/o de la educación y la felicidad “de otros” (hijos).

Ellos son una unidad como personal y una unidad como corporación humana. Y como algo indivisible e incapaz de separar su propio existir, se encuentran necesariamente con el mundo y la esfera del trabajo, donde uno de ellos, o los dos, tienen que lograr lo que necesitan para su sustento total: biológico, psicológico, relacional y noético. Necesitan extraer de ahí lo material y lo inmaterial, para ellos y para otros, para la estabilidad y la paz necesarias a cada uno y a la organización bicéfala, su familia, que comparten y dirigen con otro.

Toda vida humana está llamada a mantener un equilibrio de ámbitos. El ser humano es una unidad, es uno sólo, aunque viva entre un posible descontrol más o menos intenso de sus sentidos y potencias; aunque permanentemente mantenga una conversación interior que puede hacerle pensar en rompimiento más que en unidad. La persona sigue siendo una. No puede romperse en sentimientos ni sensaciones contradictorias en su propia y única vida. Cuando el hombre es feliz, tiene que serlo en todos los ámbitos de su existir. En cambio, para que sea o se sienta desgraciado, el hombre o la mujer tan sólo necesita serlo o sentirlo en algunos de los mundos en los que está, vive, busca, se encuentra o fracasa o siente haber fracasado.

El ser humano se traslada cada jornada a los “diversos teatros” de su existencia: una familia, una actividad, una empresa, una tertulia de amigos que comparten valores, las familias de procedencia o de adquisición y otros cientos de lugares, donde se ve impulsado a estar y actuar para lograr una parte de esa felicidad que busca permanentemente y que nunca está lograda del todo. Ya, muy acertadamente, el filósofo Julián María definía la felicidad humana como “el imposible necesario”.

  • Cuando el hombre es feliz, tiene que serlo en todos los ámbitos de su existir. En cambio, para que sea o se sienta desgraciado, el hombre o la mujer tan sólo necesita serlo o sentirlo en algunos de los mundos en los que está, vive, busca, se encuentra o fracasa o siente haber fracasado.

En cada uno de esos escenarios el hombre maneja y es manejado por distintas circunstancias, muchas de las cuales escapan a su control. En cada uno de ellos tiene un status, necesita expresar y vivir un rol y se ve inmerso en la relación con otros, que le aumentan su felicidad o se la disminuyen. La motivación, asunto importante donde los haya en la vida humana, depende del resultado de todas y cada una de esas experiencias, continuadas y cambiantes, en las que se ve involucrado, "sin remedio ni solución".

Trabajar bajo la dirección de un buen jefe. Esta situación sólo es superable por aquella otra, difícil de alcanzar, en que no se dirige ni se es dirigido. 

Después de estos dos estados idílicos en relación a la organización, ya sólo quedan situaciones con escasas posibilidades de serena felicidad: Dirigir, posición muy ambicionada por los “recién llegados” y tener un mal jefe, que tan sólo es comparable con un mal sueño.

El equilibrio de ámbitos.

​​​​Centrándonos en el gobernante, que es el que tiene en su mano los resortes de nuestro dilema, vamos a entrar de lleno en algo que nosotros conocemos como EQUILIBRIO DE ÁMBITOS y que, posiblemente, es el “nudo gordiano” de la cuestión.

  • Actuar para lograr una parte de esa felicidad que busca permanentemente y que nunca está lograda del todo. Ya, muy acertadamente, el filósofo Julián María definía la felicidad humana como “el imposible necesario”.

El buen gobernante ante todo es un hombre o una mujer que gobierna su vida. Entre tanto estímulo e información disolvente, vacía y alejada de intereses reales y de posibilidades de acción personal, se hace preciso recuperar la libertad perdida. Una libertad que tiene relación con la capacidad y la oportunidad de pensar, reflexionar y hacer nuestros los acontecimientos y situaciones. Es imprescindible este trabajo humana, antes de reaccionar frente a los estímulos con una mínima capacidad de que esa acción sea enteramente nuestra. Pero está ocurriendo, con demasiada frecuencia, que se queda en una mera repetición de comportamiento semiautomáticos, previamente inducidos por "lo corriente", lo que "se dice" o lo que hemos “visto hacer” a otros. 

El mayor peligro de la cultura dominante está centrado en la despersonalización y la rápida perdida de civilización que se está desprendiendo, inevitablemente, del "forcejeo" entre valores y disvalores encontrados, de la hipercrítica y el predominio de lo disolvente que, instaladas como actitudes dominantes, inducen y contagian las leyes, las actitudes y las costumbres.

Los acontecimientos y las circunstancias, que rodean al buen gobernante, no son instrucciones para él. Ni tampoco se convierten en órdenes o presiones, como efecto de las modas aceptadas y divulgadas por la mayoría. Eso sabe que solo le liberan del esfuerzo de pensar y la molestia de disentir. Para el buen gobernante, todo lo que le rodea son solo datos, que él elabora y maneja para una personal toma de decisiones. En ningún caso el buen gobernante se deja convertir en ejecutor de decisiones ajenas. Ni deja de interesarse por los hechos "crudos", ni "pasa" del esfuerzo de buscarlos. Tampoco deja de discutirlos cuando se hace necesario. El gobernante conoce el valor de la difrencia. Acepta las opiniones distintas, cuando de opiniones se trata; pero distingue con seguridad entre hechos y opiniones. 

  • El buen gobernante ante todo es un hombre o una mujer que gobierna su vida. Entre tanto estímulo e información disolvente, vacía y alejada de intereses reales y de posibilidades de acción personal, se hace preciso recuperar la libertad perdida.

Pero ha de tenerse en cuenta, que los hombres y mujeres con talento y talante de directivos, tiene desarrollado un continuo sentido y pasión por lo esencial. Eso los lleva a estar enamorados del fondo y de la forma de los asuntos, en la medida en que la forma no contradiga puntualmente al fondo. Sabe que fondo y forma no son, ni están siempre, ni inevitablemente, unidos. Sus experiencias les han permitido descubrir, que "La forma sin fondo es hipocresía", pero "El fondo sin forma es un imposible". Nunca nadie "ha visto" fondo sin forma. De otra parte, saben que, puesta la forma, es inevitable, tarde o temprano, que aparezca el fondo real de las cosas.

Este tipo de gobernante no es un alienado. Puede estar equivocado o pacertado, pero es siempre él quien piensa, quien decide y quien actúa. El gobernante, jefe o padre es hombre o mujer, y, por tanto, sujeto a todas las deficiencias de lo humano. Pero, en ningún caso actúa al dictado, salvo de su sentir, pensar, creer, opinar. No "chalanea" con su conciencia. Prefiere aceptar un error que autoengañarse. No piensa como vive; para bien o para mal, prefiere siempre vivir como piensa. Aunque eso le cueste disgustos consigo mismo y con los demás.

Así pues, todas las esferas de su ser están ordenadas y reguladas de acuerdo con sus compromisos y responsabilidades. Los cuatro niveles de su existir están en paz y todos los ámbitos de su vida están atendidos con igual cuidado y esmero. De este modo, el buen gobernante no es un padre o madre descuidado de la socialización de sus hijos, ni un amigo desinteresado o desleal en las cuestiones que afectan a sus amigos. No desatiende las cuestiones en las que están implicados sus vecinos, paisanos o conciudadano. El gobernante no ambiciona el gobierno sobre nadie. Acepta lo que le "cae encima", pone todo su interés y emoción en realizar, lo mejor que sabe y puede, sus propias responsabilidades; y eso le basta.

  • Sabe que fondo y forma no son, ni están siempre, ni inevitablemente, unidos. Sus experiencias les han permitido descubrir, que "La forma sin fondo es hipocresía", pero "El fondo sin forma es un imposible"

Trabajo, familia, amistad, relaciones con la Transcendencia, ("...de cualquier modo que tú la concibas", como comenta el "Desiderata"), son esferas unidas de la vida, que reciben la atención requerida, según las exigencias de cada situación y tiempo. En ningún momento abandona una “de ellas” para volcarse excesivamente en “otras”. 

De este modo, vida personal, trabajo, familia y cualquier otro ámbito en el que se encuentra comprometido, son tratados en función de sus exigencias, momentos y responsabilidades. No se interfieren entre sí, y ninguno de esos campos se siente desatendido, ni "sofocado" por otro. Da a cada uno "lo que ha menester", según la vieja fórmula de Ripalda; o, como lo definían a la virtud de la justicia, ya desde el mundo de los clásicos: "Da a cada uno lo suyo".

Él o ella se tiene, su cónyuge le tiene, sus hijos tienen el padre o madre y el educador que necesitan, sus amigos pueden contar con él, sus jefes y sus subordinados tienen en él un colaborador leal y un gobernante atento a los hombres, las cosas y los tiempos. Los gobernantes sirven a sus hombres y mujeres, a sus hijos y familiares, a sus amigos. Y sin embargo, son los únicos dueños de ellos. 

Pero, si el orden es un parámetro importante para descubrir y medir al gobernante, no cabe duda que ese orden tiene un fundamento ético. Es consecuencia de la necesidad de los demás y de la responsabilidad propia. Él es un hombre o mujer liberado que, sin embargo, gozoso y sereno, cumple sus obligaciones y las necesidades de los otros, que tan ligadas están entre ellas. 

Está pendiente de él mismo hasta el límite imprescindible para llegar a SER; no sólo ni principalmente, HACER, TENER, o PARECER. Mujer, marido, hijos, padres, amigos y compañeros de actividades y trabajos, son atendidos en sus demandas, sin "saltos en el vacío" ni preferencias. No hay en el gobernante ninguna inversión, al menos en la teoría, ni desorden llamativo en los afectos o atenciones. No caería fácilmente en ese desequilibrio jerárquico de valores que, por desgracia, empieza a aparecer, con cierta frecuencia, entre las nuevas generaciones. 

Trabajar no puede ser una actividad absorbente y enemiga de la vida. Y la vida no es otra cosa que una extrapolación de aquellos valores, admiración, ternura y seguridad, que precisa y necesariamente se dilucidan en la familia; la única organización humana que no funciona sobre el principio racional del "do ut des". Admiración, ternura y seguridad son las tres necesidades más íntimas y sentidas del hombre o la mujer y las que permiten hablar de amor como fuente y de felicidad como fin. Cuando todo esto se busca en el mundo de las organizaciones empresariales el fracaso está servido, especialmente cuando se busca con exclusividad: Se está pidiendo a las organizaciones y a los hombres lo que no pueden dar o, de otro modo y como decía Frank Sheed en su libro “Teología y Sensatez”, se está en pleno campo de lo insensato tomando las cosas como lo que no son. 

  • Admiración, ternura y seguridad son las tres necesidades más íntimas y sentidas del hombre o la mujer y las que permiten hablar de amor como fuente y de felicidad como fin. Cuando todo esto se busca en el mundo de las organizaciones empresariales el fracaso está servido, especialmente cuando se busca con exclusividad.

El hombre tiene necesidad de mantener los distintos ámbitos de su existir con la suficiente salud organizativa para esperar de ellos aquello que necesita para ser feliz. Y el hombre se equivoca cuando pide a la empresa, organización racional donde las haya, las necesidades emocionales que demanda su corazón humano. 

Empresa y familia, por tanto, si no se apoyan, se destruyen, o lo que es más trágico, podrían destruir todo lo que tocan.

Os recomiendo la lectura del libro anteriormente citado, pues Carreño & Bross Consultores, S.A. creada por D. Pablo en el año 1983 ha investigado y desarrollado en estos más de 30 años hasta lograr un modelo y unas técnicas propias, nacidas del trabajo de consulta y de sus aplicaciones en el campo de la formación y el entrenamiento. Los diseños, aplicaciones y asesoramientos para la formación y técnicas de consulta han demostrado su solidez, su eficacia y su permanencia en diferentes organizaciones humanas (financiero, petroquímica, automoción, naviero, deportivas, políticas, educativas…). En estos años ha tenido más de setenta organizaciones como clientes a nivel nacional e internacional. Ha intervenido en más de treinta organismos académicos e institutos de los más diversos sectores de forma continuada y ha formado, aproximadamente, a más de cinco mil directivos.

También recomiendo otros libros suyos como: “Pilato o de la incompetencia directiva”, la trilogía “Jefes, lideres y pastores” y el publicado junto con su hija Czestochowa titulado “El mus, escuela de convivencia y función educadora”.

  • Mª Ángeles Bou Escriche es madre de familia, Orientadora Familiar, Lda. en Ciencias Empresariales y profesora