Tiene nefastos resultados el balance del denominado ‘procés’ de Cataluña, o simplemente conocido como el ‘procés’, porque al menos solamente hay uno en España… y ya es demasiado con uno.
El proceso soberanista de Cataluña se sitúa, en ciertos lugares, con inicio cronológico en 2012, para intentar la autodeterminación y la independencia de Cataluña. Más asombroso resulta comprobar que, en diversas fuentes, se afirma que el ‘procés’ acabó en 2022. Wikipedia afirma, contestando al “Estado” de estos hechos, como “Finalizado”.
Wikipedia ha de revisar sus datos, porque lo que acabo de mencionar da la impresión de que o no le interesa lo más mínimo este importante proceso, o bien vive en otro mundo distinto al que vivimos los españoles. ¿Qué es si no lo que estamos viviendo?
La locura del referéndum ilegal de independencia, celebrado el 1 de octubre de 2017, convocado por Carles Puigdemont, sigue hipotecando la vida política y social de Cataluña y de toda España, por el hecho de que Pedro Sánchez ha hecho depender su subsistencia a los partidos independentistas.
Se intenta abrir paso la ley de amnistía, con un Pedro Sánchez que dice lo contrario de lo que afirmaba hasta julio de 2023: la política hace extraños compañeros de cama, frase de dudosa autoría, pues unos la atribuyen a Manuel Fraga y otros a Winston Churchill.
Es muy difícil saber el coste del ‘procés’ hasta ahora. En lo económico, casi 9.000 empresas se han ido de Cataluña, que se dice pronto. Entre ellas, CaixaBank y Banco Sabadell, joyas muy preciadas para todos, que ubicaron su domicilio en Valencia y Alicante, respectivamente.
Pese a las amenazas independentistas de sancionar a las empresas que no regresen a Cataluña, es notorio el silencio y hasta el desprecio hacia tales amenazas. Banqueros y empresarios ironizan o ridiculizan las presiones, más bien en privado, y no piensan regresar, al menos hasta que se normalice la situación.
Oliu, presidente del Banco Sabadell, ha sido contundente, zanjando un im-posible regreso a Cataluña, afirmando que “en Alicante estamos muy bien”. En 2023 ha tenido récord de beneficios, con un crecimiento del 55,1%. Las pretensiones o amenazas independentistas le resbalan, por decirlo de un modo suave.
El coste del ‘procés’ no es solamente el número de empresas que se han ido de Cataluña, ni siquiera previendo las que se irán, si no vuelve el sentido común, paso previo para que la situación política en Cataluña se normalice. No olvidemos que los partidos que han abanderado la pretensión de independencia han sido votados democráticamente, aunque en un clima que impide por su virulencia el voto sosegado y libre de miedo.
El coste del ‘procés’ es mucho mayor: las empresas que no han ido a Cataluña o no han invertido más ante la situación conflictiva que se vive, que incluye la inseguridad jurídica.
Mis nueve años de estudios en Barcelona me permiten cierta comprensión y perspectiva de lo que ha sucedido y sucede en Cataluña. Y un especial cariño hacia los catalanes, entre los que se encuentran muy buenos amigos de los de siempre, es decir, también de ahora.
Cataluña tiene ahora más de 8 millones de habitantes. En las elecciones autonómicas del próximo 12 de mayo hay mucho en juego: un aumento de la presión independentista, o bien un comienzo de normalización. No exagero al pedir a los votantes que voten con valentía lo que quieran, porque además el independentismo no es una opción mayoritaria entre los catalanes, aunque parezca lo contrario.
Los votantes catalanes han de superar el miedo a votar con libertad, porque está en su mano. Aunque en el colegio electoral alguien les vea optar por una papeleta no independentista, aunque reciban insultos –desde hace un tiempo, llamar “español” a alguien es casi el mayor insulto-, aunque haya caras largas en la escalera o en el ascensor, aunque sufran en la tienda la imposición del catalán.
Cataluña sigue registrando más salidas de empresas que llegadas. Es una sangría económica y social que, sobre todo, los catalanes han de arreglar con su voto.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.