El Gobierno quiere sacar adelante la eutanasia cuanto antes, con una prisa que, al menos, resulta sospechosa. Quiere hurtar a la sociedad el necesario debate sobre una cuestión tan polémica, quiere aplicar su mayoría parlamentaria asumiendo políticamente esta ley sin escuchar a nadie, porque tiene miedo a la libertad. Es lo que Leopoldo Abadía, nada más conocer el programa del actual Gobierno, comentó en redes sociales: “¡Qué miedo tienen a la libertad!”. Veo, por otra parte, un notable adormecimiento en la sociedad ante la eutanasia, una gran pasividad, haciendo de este modo el juego al Gobierno, y me permito la satisfacción de no ser uno más, porque motivos para estar en contra de la eutanasia. Me viene a la memoria un comentario que me hizo un veterano político, con responsabilidades de gobierno, hace ya bastantes años: “Hay que aprobar nada más empezar una legislatura los proyectos polémicos o difíciles, porque de lo contrario suelen quedarse en el limbo”.
No hay persona que no se defina presente como respetuosa, defensora de la libertad y de la dignidad, pero lo que valen no son las declaraciones ampulosas, sino los hechos. Y los hechos califican a este Gobierno: su prisa excesiva por sacar adelante la eutanasia levanta muchas sospechas, y una convicción que se puede resumir en que no está nada claro que responda a la mayoría de los deseos de la sociedad española.
La eutanasia no es un derecho, aunque se le pretenda presentar con ese ropaje. No sirve tampoco el argumento de defender una muerte digna, ni tampoco el de evitar el que se denomina “encarnizamiento”, pues no sé de nadie que defienda el denominado encarnizamiento, sino el sentido común y médico. Los cuidados paliativos de que se dispone en la actualidad favorecen una muerte digna, y lo digno es aprobar una Ley de Cuidados Paliativos, no dar vía libre a la eutanasia.
Recuerdo las graves enfermedades y, en su caso, el fallecimiento de seres queridos, familiares y amigos. Alguno expresaba su deseo de querer morir, pero estaba bien atendido médicamente y no sufría, gracias a los cuidados paliativos. En algunos casos, se recuperaron de esa grave enfermedad y siguen viviendo, con alegría para ellos y su familia. Y quién sabe si en el futuro a nosotros mismos nos aplicarán la eutanasia sin nuestro consentimiento. Soy partidario de la vida, no de la muerte: Y por ello estoy en contra de la eutanasia. Quieren hacernos creer que es algo “progresista”, y es un retroceso. No es un derecho, es un engaño.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.