Es evidente que algunas familias están más necesitadas que otras. Sin embargo, me atrevo a afirmar que toda familia está necesitada de modo habitual, porque no es una unidad aislada ni debe serlo, tiene necesidades permanentemente y por ello ha de buscar ayuda y prestarla a otras familias. Si un matrimonio se siente necesitado, cuida y fortalece la vida conyugal; si una familia se siente necesitada, acude a personas o entidades que pueden ayudar, en la educación de los hijos, en los estudios, en la estabilidad emocional. Reconozco que soy un afortunado por tener la familia que tengo, pero eso no quiere decir ni que sea perfecta ni que se arrogue la cualidad de enseñar a otras familias: hay aspectos que pueden ayudar, y otros que requieren ayuda, y gracias a esa convicción pienso que es una familia sólida, en medio de vaivenes y dificultades como toda familia, sean de un tipo u otro. La familia requiere esfuerzo, cuidado.
El pasado sábado asistí a la Jornada Mariana de la Familia en Torreciudad, un santuario en la provincia de Huesca inaugurado en 1975. Estábamos más de 8.000 personas de toda España, de todas las edades. Es un auténtico revulsivo, espiritual y humano, y por eso muchos repetimos. Sea en actividades espirituales o culturales, siento predilección por todo cuanto contribuye a fortalecer la familia: puede ser por mi experiencia personal positiva, y también porque veo cómo se destruyen muchos matrimonios y muchas familias, con frecuencia alegando que no hay otra solución. Las soluciones hay que ponerlas cuando todavía hay apoyos, cimientos, no cuando algo se desmorona. Rupturas matrimoniales o familiares que se revisten de sentimientos pasajeros o falta de solidez para salvar la familia. Oímos una y otra vez que lo importante es la familia, pero muchos que lo dicen no la cuidan, y luego vienen los lamentos. Crece el deterioro familiar, por causas que cuesta admitir.
Torreciudad lo impulsó el fundador del Opus Dei, San Josemaría Escrivá de Balaguer. A la antigua ermita le llevó su madre, siendo un niño desahuciado por los médicos, y la Virgen le curó. Quien no tiene fe puede relativizar esto y casi todo, pero los testimonios médicos quedan ya para la historia. Allí me acordé de unas líneas que escribió San Josemaría: “¡Cuánta neurastenia e histeria se quitaría, si –con la doctrina católica– se enseñase de verdad a vivir como cristianos!”. Pienso que es una idea muy jugosa, que a todo creyente y no creyente puede ayudar. La paz en las familias es un tesoro. A veces, probar es una buena idea, y otra no descartar la doctrina católica.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.