Pablo Iglesias lo dejó explícito en la entrevista del pasado martes en La Sexta: quiere ser ministro. Una pretensión reiteradamente manifestada en estos años, con descaro o sin él. En el fondo, es consciente de que su última bala para ser ministro es ahora, intentando acorralar a Pedro Sánchez. El ego por encima de todo.
Pablo Iglesias, y Podemos, está en decadencia. De partido emergente ha pasado a partido en disolución, consciente de que Íñigo Errejón va a crear un nuevo partido más pronto que tarde a nivel nacional, y se va a llevar un buen montón de votos que hasta ahora ha ido a Podemos. Errejón quiere un partido progresista no sectario, según sus palabras.
Iglesias aprieta hasta el final, porque es consciente de su declive y de que no le interesan a él ni a Pedro Sánchez que haya nuevas elecciones. Es previsible que, si las hay, ambos partidos bajen, y Pedro Sánchez quiere estar en Moncloa más años, tras lo mucho que lo ha peleado, en un ejercicio de malabarismos y resistencia que admira a unos e indigna a la mayoría.
Iglesias percibe la sensación que existe en muchos españoles de que, al final, PSOE y Podemos se pondrán de acuerdo. No pueden dejar pasar el tren, precisamente en una situación política que todos coinciden en calificar como volátil.
Sánchez también confía en que Podemos ceda, pero tras lo dicho por él y por Iglesias surgen ya muchos interrogantes, sobre lo que han hablado entre ellos y el resultado que veremos.
Evitar nuevas elecciones es un objetivo para Iglesias y para Sánchez, por lo que el líder –todavía líder– de Podemos está apretando, pensando también que Sánchez puede acabar cediendo.
Pero el distanciamiento de Pedro Sánchez respecto a Iglesias ha ido en aumento, sabedor de lo impredecible e incoherente que podría resultar un Gobierno con miembros de Podemos.
Sánchez sabe que gobernar con Podemos le restaría apoyos electorales futuros, un lastre del que cada vez es más consciente.
En este “tira y afloja”, en este teatro esperpéntico, lo único claro es que Pablo Iglesias quiere ser ministro, así de claro. La política de Estado no sale ni por asomo.
Y si Sánchez pensaba que el PP o Ciudadanos podrían abstenerse y facilitar su investidura, hoy por hoy está descartado, por mucho que apele a la gobernabilidad y el bien del Estado. ¿Acaso le ha importando a él en algún momento?
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.