Latidos del feto

Vivimos en una sociedad trastornada. Hay muchas señales. A raíz de algunas noticias o hechos de estos días, me he acordado de Manolo, un amigo médico que ejerce en Murcia, y que me comentaba que es frecuente entre los murcianos acudir a la consulta alegando: “Tengo un trastorno”. Y Manolo intenta acotar la dolencia. Trastorno sirve allí para casi cualquier dolencia. El primer problema nacional parece haber pasado a Castilla y León, porque su vicepresidente autonómico, Juan García-Gallardo, ha afirmado que “si conseguimos salvar una única vida, todo habrá merecido la pena”, y se ofrece la posibilidad, de modo voluntario, de que las mujeres que vayan a abortar puedan escuchar el latido de su hijo solo si lo desean. Repito: solo si lo desean.

Se califica como “progresismo” el aborto sin límites, que pretenden inculcar como un derecho, aunque en la realidad se interrumpe el progreso de una vida humana en el seno materno. Pretender defender la autonomía sin chantajes emocionales, y evitan la información científica y la reflexión. A la vez, exigen sexo consentido y prescinden del padre al decidir. Hay un cúmulo de trastornos. Fernando Sánchez Dragó, escandalizado de que se pretenda negar el derecho de una madre a escuchar los latidos del corazón de su hijo: “ese tictac” es el redoble de la campanas de la conciencia”, ha dicho.

Resulta que García-Gallardo es de Vox. Algunos han visto la ocasión “ideal” de atacar a Vox y al derecho a la vida, al mismo tiempo, unificando intereses electorales con el sectarismo del aborto, y además desviando la atención de los problemas del país. Tres en uno, a cuatro meses de elecciones municipales y autonómicas en muchos lugares, y a menos de un año de las elecciones generales. Por suerte, hay personas que no se guían por intereses electorales y su afán es la verdad, moleste a quien moleste, como es el caso del obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla, que ha escrito: “Definición del concepto de ‘libertad progresista’: decidir sobre una realidad sin querer verla ni oírla”.

Lo que está sucediendo estos días ha sido resumido por Jano García, director de “El liberal”: “Asaltan el Tribunal Constitucional, liberan violadores, manipulan los datos de desempleados y cada día que pasa los españoles son más pobres, pero la ira se centra en un tipo que ha propuesto que las mujeres puedan escuchar –voluntariamente– los latidos del feto antes de abortar”. No sé cuánto durará el trastorno en torno al aborto. Asusta y apenan los casi 100.000 abortos anuales en España, la sinrazón de muchos… y el silencio de otros muchos.

 

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.