Los políticos se pasan el día tramando, calculando, iniciando estrategias a ver cómo resultan. Y les pagamos para ello. Los políticos que gobiernan tienen algo más ocupado el tiempo, porque tienen que gobernar, así de sencillo: los que apoyan al Gobierno o están en la oposición juegan su constante y particular partida de ajedrez, que muchas veces no conocen ni tienen acceso los ciudadanos para saber lo que buscan.
En el periodismo de opinión –para diferenciarlo del de información– tenemos algunas referencias, estamos en mejores condiciones de contextualizar o entender lo que se mueve entre bastidores, sobre todo por parte de los políticos que no gobiernan. Pero tampoco resulta sencillo, porque la disparidad de informaciones y opiniones que nos llegan, a veces con el ruego de que no lo digamos o no atribuyamos esas declaraciones a ningún político ni partido, son un abigarrado conjunto variopinto y hasta contradictorio.
Salvadas estas apreciaciones, lanzo mi opinión sobre lo que busca Podemos con sus ataques al Rey, a la Corona como institución, a la princesa Leonor.
En primer lugar, no es nueva esa posición de Podemos. Lo que llama la atención es que haya salido en tromba con motivo del mensaje del Rey por Navidad, irrumpiendo en la paz y concordia que se buscan en la mayoría de los hogares. O simplemente Podemos lo ha hecho por eso, para criticar al Rey con motivo de ese mensaje: oportunamente para la formación morada, fuera de lugar para el resto, aunque los partidos republicanos están de acuerdo con Podemos.
Podemos busca protagonismo, aparecer en los medios de comunicación, no resignarse a un papel residual en la política española, tras no obtener ningún ministerio en el Gobierno de Pedro Sánchez.
La guerra contra la Monarquía en España la lideran o visualizan Pablo Iglesias, Ione Belarra e Irene Montero. Que las féminas de Podemos no hayan obtenido un sillón les ha escocido. Sumar, es decir Yolanda Díaz, ha decidido dejarles fuera de juego. Y simplemente Podemos avisó que iba a pelear, y mucho: primera ocasión, el mensaje de Felipe VI.
¿Qué Yolanda les ha dejado fuera y quiere fagocitar Podemos? Lo puede lograr, pero no fácilmente. Podemos, con su crítica total estos días a la Corona y a la joven princesa Leonor, busca ser el referente visual de la izquierda en España, no permitir que Sumar ni PSOE capten votos en lo que se puede denominar extrema izquierda. La batalla por el espacio de las izquierdas en España es el escenario de la guerra, que será cruenta políticamente.
Si quieren presentar la Monarquía como institución caducada, basta un repaso por Europa, para comprobar que la consolidación democrática va unida muchas veces a la Corona. Negar eso es estrellarse. Hay un halo de tradición, historia y estabilidad institucional que acompaña a la Monarquía: reinan pero no gobiernan. Si es un adorno o no, cada país decide y lo recoge en la Constitución: la nuestra es muy clara.
¿Qué mas busca Podemos con estos ataques al Rey, a la princesa? Concesiones en los presupuestos de 2024, según parece, para apuntarse el tanto de que son gracias a Podemos. Y otras concesiones -¿cargos no excesivamente conocidos o públicos?– que contenten a algunas o algunos líderes de Podemos, mientras muchos están abandonando el barco. En definitiva, y como al currículum de algunos no les permite otra cosa que dedicarse a la política, asegurarse recompensas económicas, que los que gobiernan saben muy bien cómo cuantificarlas y distribuirlas.
Bien podría criticarse a Podemos de ser anticonstitucional en esta guerra contra la Monarquía. Pero se presentan como adalides de la democracia, mientras critican a Vox porque suprimiría las Comunidades Autónomas. Podemos no puede criticar a nadie de ser anticonstitucional, pues ejerce de ello continuamente. Le va el futuro como partido y el sustento.
Afán de protagonismo, el espacio de la izquierda en España, arrancar del Gobierno concesiones: que nadie se sorprenda de su virulencia, saben que se juegan mucho, todo.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.