Podemos vive horas muy bajas, está en caída libre. Es una muestra de la rapidez con que se suceden los acontecimientos en la vida política española, en unos años de incertidumbre y vaivenes. Tal es la caída que se prevé del partido de Pablo Iglesias que su caída puede impedirle a Pedro Sánchez ser presidente del Gobierno, y a Ximo Puig ser presidente de la Generalitat Valenciana.
Encuestas, sondeos e impresiones de la calle avalan esa caída de Podemos, cuando hace poco se quería presentar como alternativa de gobierno, o el propio Pablo Iglesias se presentaba como vicepresidente de un Gobierno con Sánchez con la exigencia de unos ministerios en concreto, paso que ha quedado grabado en nuestra retina por la ambición y precipitación de Iglesias.
¿Dónde van a ir los votos que en otras ocasiones han ido a Podemos? Indudablemente en su mayoría al PSOE, tanto en las nacionales como en las autonómicas valencianas. Pero no hay que perder de vista que los desencantados de Podemos se abstengan en una cierta proporción, y se está comprobando en las encuestas que una parte incluso van a ir a Vox, aunque parezca extraño. El voto de los descontentos que iba a Podemos, de los indignados, de los castigados por la dura crisis económica, de quienes querían acabar con el dúo PP-PSOE, es bastante imprevisible. Si la caída de Podemos está más que asegurada –aunque faltando un mes y medio para las elecciones es mucho decir-, cómo repercutirá en los demás partidos es una incógnita no pequeña.
Los diversos líderes que están abandonando el barco de Podemos lo hacen alegando que el partido les ha defraudado, por separarse de su origen. Hablan de que han predominado los “egos” –Iglesias, Errejón, etc.– en vez de llevar a cabo el proyecto político de Podemos. O hablando de que ha abandonado la “transversalidad” que preconizaba el partido. Otros muchos han visto en la compra que Pablo Iglesias hizo de un chalet en Galapagar un signo inequívoco de que ya se ha incorporada a la “casta” que pretendía erradicar, que se ha instalado como uno más.
Ximo Puig ha adelantado las autonómicas, pensando que el PSPV ganará diputados concurriendo con las generales. Parece claro que le saldrá bien. Pero no está claro que pueda reeditar el tripartito por la caída de Podemos, pues algunos sostienen que puede no llegar al 5% de votos para obtener diputados autonómicos.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.