Un colega y amigo, el burrianense Juan-Carlos Enrique, desde hace unos años director de Onda Cero en las Islas Baleares, ha escrito en un ‘tuit’ reciente: “Con la que le está cayendo a Amancio Ortega, yo recomiendo al próximo millonario que se plantee aportar algo de lo que gana honradamente a la sociedad, se lo gaste en una “güisquería” con los amigotes. Le saldrá más a cuenta. Asco de país, amigos”.
La ofensiva de Podemos contra las donaciones de Amancio Ortega, dueño de Inditex, para que las comunidades autónomas destinen en total más de trescientos millones de euros en lo que estimen oportuno para mejorar la sanidad, es asombrosa y penosa, lamentable ejercicio de demagogia populista. En las críticas a esas donaciones figura a la cabeza el líder de Podemos, Pablo Iglesias. Los podemitas esgrimen unos argumentos deleznables: que la sanidad pública no debe financiarse con limosnas sino con impuestos, que ese tipo de donaciones son agravios comparativos y aumentan las diferencias entre regiones. Para colmo, le acusan a Amancio Ortega de esquivar impuestos, cuestión que puede acabar en los tribunales si Ortega lo estima oportuno.
Se incendió la catedral de París y los Pinault donaron 100 millones de euros, los Arnault otros 200 millones de euros, y toda Francia –y pienso que el mundo entero razonable– aplaude. En España no se ha incendiado nada, pero que Amancio Ortega done 320 millones de euros en equipamiento médico contra el cáncer, decidiendo las inversiones cada comunidad autónoma, ha generado críticas y desplantes que asombran.
Sinceramente, ojalá se multipliquen las iniciativas solidarias como la de Amancio Ortega, y que tengan el merecido reconocimiento fiscal en forma de desgravación. Por supuesto que la sanidad no puede depender de las ayudas solidarias, pero es evidente que nuestra sanidad es mejorable, y bienvenidas sean todas las fórmulas que mejoren equipamientos médicos. Las quejas por falta de inversiones en sanidad son bastante generalizadas, y la ayuda de Amancio Ortega bien recibida ha sido por ejemplo en Cataluña, donde tanto saben de recortes en sanidad, mientras se han gastado cantidades sustanciosas en el “procés” y se siguen gastando en las “embajadas” catalanas: esos gastos no los critica Podemos, por ejemplo, y critican las ayudas de un particular. Un poco de sentido común llevaría a Pablo Iglesias a callar, y a otros líderes que también se llevan farisáicamente las manos a la cabeza en estos días pre-electorales porque el dueño de Inditex haya tenido esa iniciativa. Hipocresía y demagogia barata.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.