Pulseras antimaltrato y feminismo

El escándalo del mal funcionamiento de las pulseras antimaltratadores se suma a una cascada de escándalos mayúsculos que acumula el Gobierno. 

El colmo ha sido Yolanda Díaz, vicepresidenta tercera, que, sobre este asunto, ha dicho que sería conveniente una “pequeña investigación”: lo que para las víctimas, la sociedad española en su totalidad, para los jueces y la Guardia Civil, se considera que es lamentable, muy grave y caótico cómo han funcionado durante mucho tiempo, Yolanda pretende minimizarlo.

Si estuviéramos en un país más normalizado, Ana Redondo, la ministra de Igualdad, socialista, tendría que haber dimitido. O que en el seno del PSOE hubiera una exigencia clara y le obligaran a dimitir. O que Pedro Sánchez la cesara.

Si gobernara el PP, Ana Redondo encabezaría las protestas alegando que el PP no protege a las mujeres. Ahora, ni siquiera va a llevar a cabo la “pequeña investigación” apuntada por Yolanda Díaz.

Si recopiláramos las diversas acepciones del “feminismo”, podríamos llevarnos alguna sorpresa. A mí me convence lo que dice la RAE, centrándolo en que defiende el “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”.

Igualdad de derechos, de oportunidades, y de proteger a las mujeres ante situaciones de violencia o negación de derechos, que las ha habido y las hay, en España y en muchos países del mundo.

Sin embargo, los sectores feministas en España guardan un silencio escandaloso ante muchas cuestiones que a la mayoría nos parecen sectarios, injustos. Hay un feminismo que pretende apropiarse del ámbito femenino pero “a la carta”, según intereses de partido político, tácticas internacionales y con silencios atronadores. Por ejemplo, el trato de los talibanes en Afganistán a las mujeres, o en países como Siria e Irán. Mutis.

En ámbitos laborales españoles, y a título de ejemplo llamativo, las “kellys” –camareras de habitaciones de hoteles– vienen denunciando estos años su régimen laboral y retributivo. No recuerdo que hayan recibido apoyos en sus demandas de las que se autodenominan feministas.

Otro caso: las mujeres son el 86% del personal que trabaja en las residencias de la tercera edad. En residencias concertadas y privadas, hay condiciones abusivas. No consta que las organizaciones feministas hayan alzado la voz. Son miles de trabajadoras afectadas ¡y no pueden hacer huelga, por la desatención que supondría a los mayores! ¿Qué hacen las responsables de Igualdad, Mujer o similar?

El escándalo de Ábalos y Koldo, y… Con dinero público. Silencio de las feministas, porque en el PSOE saben el coste electoral que ya supone en diversas encuestas, e intentan minimizarlo. 

El caso de las pulseras exhibe el doble o triple rasero que aplican las que dicen defender a las mujeres. Lo hacen, si les interesa, si puede ser un arma política contra otros partidos. Y además utilizan el feminismo para batallas ideológicas, como el aborto: “nosotras parimos, nosotras decidimos”. 

¿El feminismo es de izquierdas? Al menos en España, esa etiqueta puede ser del pasado. Las mujeres quieren hechos, valentía, apoyos imparciales, no palabrerías. 

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.