Seguimos en período electoral tras el 28-A, y ahora toca el 26-M, elecciones municipales, autonómicas y europeas. Es muy complicado saber por qué votamos a un partido o a otro, o por qué no se vota, o en blanco, pero diversos comentarios que se oyen en todo tipo de conversaciones arrojan algunas luces, desde luego parciales.
A la hora de votar, algunos partidos políticos han pedido que se vote con la cabeza, no con el corazón. Y me temo que la cabeza no es lo que predomina en bastantes votos. El estudio de lo que cada partido propone y la trayectoria de los líderes no nos ocupa excesivo tiempo, y es una lástima, aunque también es justo reconocer que los programas se incumplen con suma facilidad y la trayectoria de los líderes es compleja, por lo que hay un campo abonado a otras motivaciones.
Hace un tiempo, hablando con un líder del PP, le pregunté cuál es la diferencia principal entre el PP y el PSOE. Tras pensarlo un poco, me dijo: el PSOE es estatalista, el PP apuesta por la sociedad civil. Al menos, interesante apunte.
Desde luego, el bolsillo manda mucho. Y sobre todo manda lo inmediato, como han sido las medidas de Pedro Sánchez de subir el salario mínimo y de recuperar el subsidio para los mayores de 52 años: esas medidas han calado en muchas personas afectadas, y también en su entorno. ¿Han decidido votos?
La economía y el empleo, a la vista de lo que ha sucedido estos años en España, van mejor cuando gobierna el PP. Sin embargo, el PP no comunica bien, y queda la etiqueta social de que hay otros partidos más sociales, como el PSOE. Me parece que lo más social es gestionar bien y crear empleo.
El hachazo de impuestos que Sánchez ha dado a conocer nada más celebrarse las elecciones generales el pasado 28-A eran en parte ya previsibles, pero ya se han celebrado las elecciones. Ahora tendremos el Gobierno que se ha votado, aunque no se votan las coaliciones, cuestión que daría para un análisis profundo.
Hay personas que votan contra un partido, para fastidiar, y eligen otro que les molesta menos. Cuando hablas con esas personas, percibes que lo que predomina es los sentimientos, las emociones, más que las razones.
No me atrevo a hablar de que manda el corazón, porque muchos votan por motivaciones sentimentales o emocionales, que algunos califican como intuiciones. Más que votar al partido que se juzga más adecuado en el momento presente, se vota en función de estereotipos o titulares fáciles.
¿Influyen los valores, los ideales, a la hora de votar, en función de convicciones o de estudio de los programas? Sí y no, pero me parece que menos de lo que deberían. En ello influye el desprestigio de la política y el tono extendido en la sociedad en que predominan el bienestar material y las emociones, por lo que es lógico que, al votar, el bolsillo y las emociones manden. Nos guste o no.
Los valores deberían pesar más en el voto, aunque sin utopías: es votar al partido que más se acerca a nuestros valores. ¿O es por los valores que preconiza el PSOE por lo que ha ganado, y es un fiel reflejo de los valores que ahora dominan?
El voto es libre, y cada uno es libre de votar como estime oportuno o no votar. El resultado de unas elecciones lo cocinamos entre todos. Bueno es pensar en la libertad al votar, a la vez que en la responsabilidad.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.