Ximo Puig, el presidente de la Generalitat Valenciana, lleva más de cuatro años en el poder gracias a independentistas, y gobierna con independentistas.
Se habla y escribe sobre el apoyo de los independentistas a Pedro Sánchez, y este hecho explica lo que ahora está no-haciendo ante la grave crisis de Cataluña. Le auparon y, en pocas semanas, pueden volver a ser su salvavidas. Mientras tanto le pide a Quim Torra que condene la violencia: ¡lo que hay que ver, el 10-N manda!
Se habla de que la socialista María Chivite gobiena en Navarra gracias a los independentistas, pero apenas se menciona a Ximo Puig entre los socialistas que se apoyan –y gobiernan– con independentistas.
El mismo día en que se hizo pública la sentencia del ‘procés’, el lunes 14 de octubre, Ximo Puig volvió a hacer pública su apuesta: el federalismo. Se salía por la tangente, evitando pronunciarse. Un partido socialista valenciano que se denomina Partido Socialista del País Valenciano tendría mucho que explicar, pero a base de repetir las siglas ya se consideran normales.
Ximo Puig gobierna con Compromís y Podemos. En Compromís hay una mayoría nacionalista independentista, que es el Bloc, uno de los tres partidos que integran la coalición, y a la vez –con diferencia– el mayoritario, con un 90% del total de la coalición. Los otros partidos son Iniciativa del Pueblo Valenciano (el de Mónica Oltra) y Los VerdesEquo del País Valenciano.
Mónica Oltra no es del Bloc, y cuando el Bloc ahora ha pedido la amnistía para los políticos presos catalanes se ha desmarcado diciendo que es una postura del Bloc, no de Compromís.
Anteriormente, Oltra había lamentado la sentencia del ‘procés’, no precisamente deseando más pena para los condenados.
Tras las elecciones autonómicas de 2015, y ahora con las de 2019, Ximo Puig juega a muchas bandas, con unos malabarismos que sorprende que él mismo no se maree. Una cosa es lo que dice, lo que hace, lo que piensa, lo que pretende para hoy y lo que busca para mañana.
El hecho es que el tripartito de izquierdas tiene un componente significativo de miembros del Bloc. Oltra, una jugadora de póker, aunque ahora está sufriendo por su sectarismo al cerrar un Centro de Menores en Segorbe, de manera que los tribunales le están sacando los colores.
Tiene razón Isabel Bonig, la presidenta del PP, cuando afirma que Oltra debería dimitir si tuviera un poco de dignidad tras el penoso caso del cierre de un Centro de Menores gestionado por las Hermanas Terciarias, a toda prisa, pensando tal vez que las religiosas no serían capaces de presentar batalla. La están presentando en los tribunales con éxito total. Suena hasta casi raro hablar de “dignidad” al referirse a los políticos: nos suenan más palabras como “poltrona”.
Sigamos hablando de dignidad. Sigue como conseller de Educación valenciano Vicent Marzà, que pertenece al Bloc. Marzá es un declarado independentista, cuando afirmó que “sin Valencia no hay independencia” y que Valencia debía sumarse al proceso independentista catalán. Ha llamado a desobedecer las leyes y es un entusiasta de los imaginarios Países Catalanes.
Marzà está inoculando independentismo con la Ley de Plurilingüismo, imponiendo el valenciano (en la práctica, es catalán) sin hacer caso a 40 sentencias judiciales que, en un político con un poco de dignidad, hubieran llevado a la dimisión.
Para Marzà ni los padres ni los tribunales saben lo que conviene a la Comunidad Valenciana. Sigue con sus planes, consciente de que el independentismo catalán se fraguó en los centros educativos catalanes, y es lo que está haciendo él en los valencianos.
En Valencia se mira con preocupación lo que sucede en Cataluña, porque el ‘procés’ valenciano se ha iniciado con fuerza, y sólo falta esperar a que los jóvenes ahora adoctrinados sean adultos. Entonces, convergerán el País Valenciano de Ximo Puig, los Países Catalanes de Marzà y el ‘dolor’ de Oltra por los políticos catalanes condenados.
Hablo de la dignidad de los políticos. Yo apelo a la dignidad de todos los ciudadanos, para no ser ingenuos y reaccionar a tiempo con valentía, para no lamentarnos en el futuro de la extensión del independentismo a las Islas Baleares y la Comunidad Valenciana. Confío, simplemente, en que la mayoría democrática haga valer sus derechos –y sus votos– para evitar futuras tropelías independentistas.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.