Una joven ministra socialista impulsó la Ley del Aborto en 2010, Bibiana Aído. Tenía 31 años. Ahora, otra joven ministra, que llegó al cargo con esa misma edad, Irene Montero, está decidida a reformarla para facilitar más el aborto. La podemita Montero acaba de reafirmar que tiene prioridad este asunto, y que quiere que se apruebe antes de acabar 2021. Bibiana e Irene tienen en común el mismo objetivo sin aceptar diálogo.
Lo que parece pretender Irene Montero es lograr un “aborto exprés”, eliminando los tres días de reflexión obligatorios antes de proceder a matar al embrión. Objetivo que pretende también, y más gravé todavía, es prohibir la objeción de conciencia de los médicos y el personal sanitario, en definitiva obligar por ley a matar embriones: ha afirmado que los derechos de los médicos no pueden estar por encima de los de las mujeres. Y también pretende penalizar lo que denomina “acoso a pie de calle” de grupos o personas antiabortistas, es decir, perseguir toda acción pro-vida.
Todo esto sucede cuando todavía el Tribunal Constitucional no ha resuelto el recurso, presentado por 71 diputados del PP en 2010, contra la Ley del Aborto. De esos diputados que firmaron, los más críticos por la demora del Tribunal Constitucional no son ya diputados del PP: en el PP molestaban por su activa postura pro-vida, defendiendo el Derecho y apelando a la Constitución. A esos diputados del PP significados por ser pro-vida se les enseñó la puerta de salida, o la cogieron indignados por la postura de su partido en materia que consideran tan vital, nunca mejor dicho.
Irene Montero tiene prisa por diversos motivos. Por su sectarismo reiterado, porque quiere mantener votos de Podemos, porque quiere figurar como exponente de un feminismo identificado con el aborto, y porque piensa que el Tribunal Constitucional ya no tendría motivos para resolver un recurso sobre una ley ya no vigente, la de 2010, o simplemente se acomplejaría todavía más para resolver el recurso.
Aunque lo reitere Irene Montero, algunos defendemos que no existe un derecho al aborto, porque el derecho está de parte del embrión humano, que debe ser protegido. Lo que indigna es que hay un silencio generalizado de quienes opinan como yo. No todo es responsabilidad de los políticos. Espero que los Colegios de Médicos se pronuncien, porque la profesión de médico surgió para defender la vida. Vivimos en una sociedad democrática, existe la libre expresión: apena comprobar las acciones y omisiones. No quiero ser cómplice con mi silencio. Montero busca imponer, no dialogar.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.