Ya se puede repetir miles de veces que Génova no quiere que Isabel Díaz Ayuso se presente a presidenta de la Comunidad de Madrid, que al final se presentará, y saldrá elegida. Decir Génova es decir Pablo Casado, con quien la habilidosa Ayuso dice estar en total sintonía, y no sólo en el reciente Congreso nacional del PP en Valencia, donde en repetidas ocasiones fue vitoreada, como era de esperar, a coros “¡Presidenta, presidenta, presidenta!”. Es mi opinión, claro, y el tiempo dirá.
Se dio una imagen de unidad en el partido, que es más real de lo que algunos quieren explotar como si fuera una lucha intestina o unas corrientes internas, que en teoría podrían ir cortando las opciones electorales del PP, cuando ahora las encuestas, salvo Tezanos, dan como resultado que PP y Vox podrían gobernar con mayoría absoluta.
El espectáculo de los encontronazos entre Génova y Sol, Casado y Ayuso, lo aumentan algunos del PP, y desde luego Pedro Sánchez y Yolanda Díaz –ya es habitual citarlos juntos– palmotean de felicidad.
Distinguir en la política lo que es teatro, juegos artificiales, maniobras de distracción, de las auténticas intenciones y decisiones firmes es muy complicado. Casi todo ofrece un margen de apreciación variopinto y hasta contradictorio, en el mismo día y en boca del mismo político. Ahí tiene una ventaja clara Ayuso: hace lo que dice.
Y Pablo Casado ha reconocido que el PP debe cumplir lo que prometa, en alusión no previsamente velada a incumplimientos del Gobierno de Mariano Rajoy. Ayuso transmite autenticidad, valentía, coherencia. Es un sumando que Casado necesita.
Si Pablo Casado prefiere que no sea Ayuso, es una preferencia legítima, pero Ayuso se saldrá con la suya, contra viento y marea, y se presentará. Pablo Casado, que va adquiriendo experiencia, sabe que, cuando no se puede ganar una batalla, lo mejor es no plantearla, y ya está comprobando que no puede ganar esta batalla.
Ayuso es mucho Ayuso, y las elecciones del pasado 4 de mayo en la Comunidad de Madrid son más que una fotografía, son un plebiscito. Se ha convertido en una líder incuestionable, por su naturalidad, contundencia, criterio propio frente al Gobierno de Pedro Sánchez.
Teodoro García Egea, el secretario general del PP, es joven, aunque lleva ya unas cuantas legislaturas a sus espaldas, encarnando de nuevo la figura del político profesional de la política, uno más. En su haber tiene que fue campeón del mundo de lanzamiento de hueso de oliva en Cieza, su ciudad natal, en 2008, poca cosa para impresionar a Ayuso ni siquiera por teléfono.
Casado debe pensar en el PP, en España, donde la opción de echar a Pedro Sánchez es la que más votos reunirá. Debe olvidarse de si prefiere a Ayuso o no, y no cortar las alas a nadie, y menos a quien es una líder reconocida a nivel internacional. Además, no puede frenar a Ayuso, debe darse cuenta de ello. Fuera de personalismos, si gana Ayuso, gana Casado, aunque el campeón mundial de lanzamiento de oliva piense otra cosa. El PP debe quitarse el miedo a las primarias y enterrar la ‘dedocracia’.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.