A veces, muchos pensamos que retrocedemos en nuestra evolución con una Ley injusta de impuestos mal distribuidos, unas pensiones de nuestras viudas y pensionistas insuficientes. En la usurpación como padres de nuestros derechos en la educación de nuestros hijos y nietos al amparo de la Constitución, ¿dónde queda su artículo 27,3? con la intromisión ideológica y doctrinaria del partido en el Poder (Asignatura de Educación para la Ciudadanía de nuestros jóvenes). Con una Ley de Dependencia de nuestros ancianos, gaseosa y grandilocuente, carente durante años del necesario soporte económico para hacerla real y eficaz… En fin, nos da la sensación que el Estado con su parcial control, se infiltra en la sociedad e intenta manipular, con demasiada frecuencia, nuestras creencias y valores, nuestras costumbres y tradiciones. En resumen influir e inmiscuirse en nuestras vidas, en nuestros principios y conciencias. Decía en otra ocasión: “Soy, Señor, vuestro vasallo, vos sois mi rey en la tierra; a vos ordenar os cumple de mi vida y de mi hacienda. Vuestro soy, vuestra es mi casa; de mí disponed y de ella; pero no toquéis mi honra y respetad mi conciencia” Así hablaba el Conde de Benavente a su emperador Carlos V de España. El Conde de Benavente recordaba a su “dueño” y Emperador que en las fronteras de la conciencia debe detenerse todo poder. En eso estamos y exigimos de un Estado moderno: ¿Absolutismo, Dictadura o Democracia? ¡Que contrastes de ida y vuelta en menos de dos siglos!
Lógicamente el tema político está unido al social, también lleno de contrastes. Así la familia hace pocos años nos parecía distinta, no era ni mejor ni peor que ahora, era diferente pero con contrastes, con otros problemas y nuevas realidades sociales a pesar de la que está cayendo sobre ella y de la profecía de Alfonso Guerra, al sentenciar entonces con acierto, que “dentro de unos años a España no la conocería ni la madre que la parió”. No obstante, la familia disfruta de su fuerza y poder de siempre, a pesar de todos los ataques que recibe desde el principio de los tiempos. Sigue teniendo la misma fortaleza y trascendencia como pilar básico de la sociedad y de ser en todas las culturas y civilizaciones la mejor escuela en educación, valores y ciudadanía.
Hasta hace pocos años, los hijos permanecían muchos años en el hogar paterno, y salían de él para casarse o emanciparse definitivamente cerca de los 25 años o en algunos casos más. De ahí aquellas graciosas películas de la época de “Al fin solos”…en el que los padres no sabían que urdir para que el hijo solterón al fin se emancipara y los dejara solos. Hoy, los jóvenes actúan de forma diferente. Se emancipan total o parcialmente a edades más tempranas, a veces demasiado tempranas. Son varios los factores que influyen en ese cambio, y que por su extensión merecerían una reflexión a parte. Solo diré que una de las causas más decisivas es la búsqueda de trabajo o estudios fuera de la ciudad de origen, y otra, la emigración a otros países, pues nuestra juventud aquí en España ha rebasado en algunas Autonomías el 45% de paro en su sector, siendo normal y lamentable ver a jóvenes arquitectos de guardias jurados en empresas de seguridad o a ingenieros informáticos interinos de bajo nivel en la Administración Local.
Terminamos los contrastes sociales de la familia tocando brevemente el matrimonio. Pasamos de un casi imposible divorcio o separación matrimonial de hace unos años a un divorcio a la carta o exprés de ahora, con una alarmante natalidad a la baja y la guinda de la legalización de matrimonios entre personas de mismo sexo, a la inseminación artificial o a las madres de alquiler. Gran mayoría entendemos todos sus derechos y reconocimientos sociales para vivir en común, pero también es verdad que una creencia general considera inapropiada la terminología de la palabra “matrimonio”, pues ello presupone siempre la existencia real y única de un varón y una mujer, que no es el caso. Así lo estiman las grandes mayorías sociales en todo tipo de culturas y civilizaciones modernas. ¡Que contrastes en menos de medio siglo!
Finalmente, las personas de mi generación pensamos que las familias actuales, formadas por nuestros hijos y nietos que formarán las suyas en un futuro próximo, van a tener más problemas y dificultades en la educación de sus hijos que tuvimos nosotros con ellos. También los contrastes entre ambas generaciones son enormes y complicados, de todos conocidos. En nuestra época no había tantos hábitos y horarios nocturnos hasta el amanecer, tampoco el mal uso que se hace de la libertad y de los medios actuales como internet y redes sociales. También de las drogas y violencias cada vez más presentes en la sociedad actual que destrozan la convivencia de las familias; las litronas, los largos fines de semana, la ociosidad, el paro y el futuro incierto que desalientan a nuestros jóvenes. Realidades actuales todas graves.
Hay que tomar conciencia con medidas concretas para corregir con urgencia estos hábitos y costumbres, en definitiva enormes contrastes todos mejorables. De no hacerlo y emprender a todos los niveles las soluciones adecuadas, llegará un momento que “en nuestro reino sí se pondrá el sol”, con resultados y consecuencias imprevisibles para las futuras generaciones.
N de la R.- La primera parte de este artículo se publicó el p.pdo 25 de Enero.