Desde el punto de vista administrativo y pastoral, la parte de la Provincia de Castellón que pertenece a la diócesis de Segorbe-Castellón tiene actualmente pendientes entre otros problemas, la normalización de la Concatedral de Castellón, existente sólo en el papel, sin cabildo que ponga en funcionamiento el coro y demás actos litúrgicos, y a la preocupante división de los fieles con motivo del conflicto lingüístico, agravada por la actitud de alguno de los obispos catalanes que la han regentado.
Es evidente que el conflicto lingüístico, que en ocasiones llega a la crispación, más que problema religioso o pastoral es primordialmente político, pero, sin quererlo, los católicos estamos inmersos en él. El pueblo valenciano sufre calladamente y se rebela interiormente cuando observa que por medio de la jerarquía eclesiástica se le intenta borrar su primer signo de identidad, la lengua, catalanizándole, cuando, siendo su lengua nativa el valenciano o el castellano, se le imponen misas, sacramentos, órdenes sagradas, cánticos litúrgicos o catecismos en perfecto catalán.
Si lo anteriormente dicho vale para la parte mayor de la provincia de Castellón, perteneciente a la diócesis de Segorbe - Castellón ¿que no sucederá en la parte norte de la provincia en el valencianísimo Maestrazgo, sometida a la jurisdicción eclesiástica de Tortosa, diócesis de la Comunidad autónoma catalana y, por consiguiente, sometida a una mayor presión catalanizadora?
Los riesgos de despersonalización de estos feligreses castellonenses del Maestrazgo es todavía mayor en los actuales momentos, cuando la Iglesia catalana va a la vanguardia del pancatalanismo, bendecido por obispos como los de Solsona, Vich y Tarragona, partidarios de la Conferencia Episcopal Catalana, separada de la española, en la cual quedarían en adelante irremisiblemente, fagocitadas parroquias del Maestrazgo de tan arraigada valencianía como Morella, Vinaroz, Peñíscola, Benicarló, Torreblanca y San Mateo, etc....
Actualmente las citadas parroquias, separadas de la Conferencia episcopal valenciana, son como ramas desgajadas del tronco común valenciano, al que por naturaleza, historia y derecho concordatorio deben pertenecer. Con el mantenimiento de esta situación anómala se conculca la letra y el espíritu del Concordato vigente, el cual prescribe expresamente que en lo posible las circunscripciones eclesiásticas coincidan con las civiles, evitando que una diócesis comprenda parroquias de distintas provincias.
Pero, además de las razones políticas, en el caso del Maestrazgo existen otras de índole pastoral, que urge la pronta segregación de sus parroquias de la diócesis de Tortosa, y su inmediata integración en la diócesis de Segorbe - Castellón.
A nadie que siga algo de cerca la vida de la Iglesia, se le oculta la importancia que se da a la evangelización por obispos, sacerdotes y catequistas salidos del mismo entorno socio-cultural. De ello tenemos el ejemplo de los países de misiones y el mismo lema de Acción Católica, "encarnarse para evangelizar". ¿Cómo se va a sentir herida la sensibilidad de los fieles del Maestrazgo cada vez que el prelado catalán pone al frente de su parroquia a un pastor, no ya de distinta provincia, sino de distinta "nacionalidad", o autonomía administrativa, de distinta lengua y cultura? -hasta el extremo de no saber rezar los del Maestrazgo en catalán ni el padre nuestro-, un pastor que no comprende bien su manera de concebir la religiosidad y que por orden superior tiene que esforzarse en imponer el catalán de la "Hoja Parroquial", en la santa misa, en las catequesis y demás actos litúrgicos, haciendo llegar la inmersión lingüística catalana, incluso a las tiernas inteligencias infantiles.
A las razones expuestas hay que añadir el agravio comparativo de que son objeto, al no resolverse su situación anómala, cuando sí la han resuelto otras provincias que se hallaban en parecidas circunstancias, como recientemente Albacete y Lérida. Y teniendo este problema tantas connotaciones civiles, los fieles de los arciprestazgos de Morella, Vinaroz y San Mateo y el enclave de Catí, se preguntan por qué sus representantes políticos no toman cartas en el asunto y acaban con esta injusta situación o discriminación.
Publicado el 1.12.1995.
Josep Maria Guinot i Galan es Doctor en Teología; licenciado en filosofía y letras; licenciado en filología; traductor de latín y premio Alfonso X el Sabio. Autor de la gramática Valenciana.