Me ha venido a la cabeza un recuerdo gracioso, de hace bastantes años, estando en Roma unos días con unos amigos. En una terraza romana nos tomábamos muy a gusto unas cervezas. Observamos que el camarero, de una edad similar a la nuestra, hacía “musculitos” con el brazo cada vez que nos dejaba en la mesa algo, o en mesas cercanas. El camarero era enclenque, no precisamente de complexión fuerte. Nos reímos al ver su actuación, que nos parecía fruto de algún complejo, y decidimos hacerle ver lo ridícula que resultaba su exhibición. Le pedimos algo más, haciendo nosotros “musculitos”, y lógicamente se dio cuenta. Dejó de hacerlo. No sé si dejaría de hacerlo con otros clientes, a la vista de la experiencia con nosotros.
La sencilla anécdota se me ha quedado grabada, como se comprueba. Aparte de la broma de unos veinteañeros prácticamente irrelevante, tengo la sensación de que, en estos años, ha ido en aumento la obsesión por el culto al cuerpo, con diversas manifestaciones. La extrema delgadez de las modelos en las pasarelas resulta muy llamativa, y hasta peligrosa para la salud, pero se ve que se quiere imponer un cierto mito de belleza, con un narcisismo peligroso. Si en ellas es la extrema delgadez, en los hombres se ha ido extendiendo exhibir músculos marcados, a ser posible con prendas muy ajustados para que resalten más, y suelo pensar que dan prioridad a esa exhibición sobre la elegancia y la comodidad de las prendas, y no digamos en verano, época para la que hay personas que preparan especialmente su cuerpo. A veces, la ridiculez que se observa es mucho más hilarante que la pequeña anécdota que he relatado en Roma.
Un amigo acaba de publicar el libro “Belleza fantasma y deporte a lo loco”, donde aborda el culto al cuerpo. El autor-coordinador del libro es Emilio García-Sánchez, profesor de la Facultad de Medicina y Enfermería de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia, y antes de publicar el libro hemos ido comentando algunas ideas que posteriormente ha vertido en esas páginas. Junto a él, escriben en el mencionado libro un jurista, un publicista, una psicóloga y un doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Subrayan esos estereotipos de belleza en medios de comunicación y redes sociales, hablan de adicción al ejercicio físico y dietas muy exigentes. Pocos defenderán más que yo el deporte y la vida sana, pero con sentido común, para que no arraigue una “tiranía corporal”, como dice el autor. Tras esta adicción, suele haber complejos y falta de personalidad, para aparentar a toda costa.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.