“Todo adulto tiene el derecho de trabajar, cobrar un sueldo justo por su trabajo y… (Art.23 de la Declaración Universal de Derechos Humanos)
Es evidente y conocido por todos que del trabajo y de la problemática laboral se podrían escribir centenares de libros, y que el panorama, enfoques e intereses del mundo del trabajo son numerosos e importantes. Ello me hace pensar, al escribir estas reflexiones, tener dudas por dónde empezar, y en dos folios qué podría escribir. Así es que voy a dar suelta a mis años de “currante” y a mi experiencia, como un ciudadano más, con escasos conocimientos sobre legislación laboral no exentos de principios y valores del trabajo, fundamentalmente los que elevan al hombre, los que le permiten disfrutar de él, de sacar su familia adelante con esfuerzos y sacrificios, y que al final consiga la satisfacción de haber cumplido su deber, sirviendo a la sociedad y a su país.
Huyendo de cifras y encuestas, parece ser que en este universo laboral somos mayoría relativa los que pensamos que el trabajo “dignifica al hombre” y que es necesario e imprescindible, para lograr una vida plena que satisfaga al ser humano, cuando trabaja. También es evidente que hay bastantes personas que opinan lo contrario. Unos piensan que trabajar, lo justo, lo necesario para vivir, pues no han tenido la suerte de acertar con su trabajo o su vocación, o simplemente no les “entusiasma” trabajar; otros se aburren, trabajan por ganar un sueldo o jornal que les permita subsistir; otros dicen con verdad y razón que su trabajo es duro y pesado; otros se expresan en que tienen un jefe insoportable que les amarga la vida; otros en fin… Opiniones algunas sinceras y reales, otras las menos injustificables moral o penalmente y otras las más que disfrutan de su trabajo, casi todas respetables, y que echan de menos cuando se jubilan.
En esta Torre de Babel laboral con tantos parámetros personales y de formación, legislativos y de gobierno, sindicales y empresariales, financieros y económicos, políticos o sociales, discriminatorios… de difícil armonización. No se valoran en definitiva, ni se respetan con frecuencia el equilibrio y la igualdad, la equidad y la justicia en los derechos y deberes del trabajo entre empresarios y trabajadores. Decía don Santiago Ramón y Cajal, con mucha ironía en su tiempo: “El ideal del español de buena parte de la clase media es jubilarse tras breves años de trabajo, y, si es posible, antes de trabajar”. Así aparecen las jubilaciones anticipadas, el absentismo laboral, la baja productividad, el calendario laboral, los sueldos, el Pacto de Toledo, las Pensiones, las Empresas, los ERES, los Bancos... hasta terminar en el “infinito”. Para evitarlo, comentaré brevemente algunas de ellas como el absentismo laboral, el calendario laboral y las pensiones.
A pesar que en España –de los numerosos días festivos, puentes, viaductos y vacaciones que disfrutamos- nos han hecho creer que trabajamos menos que en el resto de Europa. En la actualidad no es verdad. La Consultora Aymig termina de anunciar que en el año 2017 se rompe el tópico al decir que: “el absentismo laboral en España, ahora en 2018, es inferior a la media europea, con una presencia en el trabajo para España del 79% y un 72% de media para la UE. Lo que supone un 21% y 28% de absentismo laboral para ambas, respectivamente. También seguimos creyendo lo que dicen los numerosos turistas que nos visitan, que en España “la siesta es sagrada” y no es verdad. No hay más que ver de cerca a nuestros hijos, nietos y resto de “currantes” cómo trabajan y estudian sin siesta, para afirmar que esa leyenda ya no es leyenda y por lo tanto no es real ni cierta. No obstante dicen otras fuentes estadísticas que el absentismo laboral en 2017 en España supuso un coste de más de 76.000 millones de euros, con 4,5 millones de bajas laborales, de las cuales 880.000 trabajadores no acudieron a trabajar ni un solo día del año. A muchos nos gustaría que las Organizaciones Empresariales y Sindicales nos explicaran a la Sociedad los motivos y soluciones a estos asombrosos hechos y datos.
El calendario laboral, así como el horario de trabajo en nuestro país es todavía diferente a los de la UE, el menos racionalizado que el de ellos. Inician la jornada laboral muy temprano y a las 18 H. está toda la familia en casa, lo que facilita la armonización familiar, el dialogo con los hijos, los trabajos domésticos, los hobbies y la lectura, las noticias o el cuidado del jardín…Pero según varias fuentes consultadas, en cierto modo, el número de días festivos es menor en España que la media de los países de la UE, como también mayor el número de horas/semana trabajadas. Por razones obvias de cuantiosos datos y países, solo citaremos la comparación con nuestra vecina Francia: fiestas nacionales anuales (9 – 11) a favor de Francia, que también nos supera abrumadoramente en el número de fiestas comarcales y locales. Es importante destacar que en el número de horas/semana trabajadas les ganamos, pues en España no deben pasar de 40 horas/semana y en Francia no pasan de 35 horas/semana (variando mucho según sectores y convenios). Lo que nos permite confirmar que nuestra leyenda negra laboral, de que trabajamos poco y mal es también falsa. Es cierto que la tendencia social y laboral en la UE camina lentamente a equilibrios presupuestarios y a la nivelación del calendario laboral y horas/semana trabajadas.
No obstante en España, el tema de las pensiones, nóminas y sueldos, el avance respecto a la media de los países de Europa es prácticamente nulo. Las diferencias cuantitativas en comparación a igualdad de titulaciones y niveles, baremos y aportaciones a la Seguridad Social y al Fondo de Pensiones por parte de los Estados son para nuestro país importantes e injustas. La renta per cápita y el poder adquisitivo de los ciudadanos españoles parecen que no pertenecen a países de la UE, notándose cada vez más la ausencia de la tan esperada unión económica y financiera de todos sus miembros; ello produce desencantos, añoranzas e ironías de las antiguas monedas nacionales. Mucha gente todavía se pregunta por qué un café valía 70 pesetas y al día siguiente costaba 1 euro (166,66 pesetas) ¿Redondeo monetario o “cachondeo” financiero? Ahora el afortunado que disponga de 1 millón de euros es millonario y el que tiene 1 millón de pesetas (6.000 euros) es un ahorro de la pobre, sufrida y maltratada clase media en España. Mucho y rápido tendrán que avanzar los numerosos eurodiputados, euro dirigentes y euro funcionarios si no nivelan o aproximan algo sus espléndidas nóminas, sueldos y pensiones con el resto de conciudadanos del Sur, más pobres cada día, respetando el citado Art. 23 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, citado en cabecera, haciendo y modificando también las Leyes y sus Deberes Laborales.