Comparar el discurso de Fin de Año de Ximo Puig con las declaraciones de la líder del PP de la Comunidad Valenciana, Isabel Bonig, es de nuevo confrontar dos valoraciones muy distintas de la situación política y social que nos rodea. Puig ha calificado como “decisivo” este año 2019, recreándose en los logros –siempre lógico en quien gobierna– y reclamando otros cuatro años de gobierno para seguir con lo llevado a cabo en estos años. Bonig ha dinamitado el discurso de Puig, echándole en cara la subida de impuestos, la falta de libertad en la educación y el deterioro de la sanidad, además de dar alas al catalanismo. Ya veremos lo que los valencianos votan en mayo, si se acerca a lo declarado por Puig o por Bonig, quién ha reflejado mejor la percepción política de la calle. Aunque todavía faltan cinco meses y es mucho tiempo en política.
Hasta las elecciones andaluzas, en el tripartito anidaba la convicción de que en 2019 se renovaría, casi con seguridad, el actual tripartito, aunque tampoco descartaban los socialistas buscar un nuevo socio de gobierno en Ciudadanos, renunciando a gobernar con Compromís y Podemos. Pero ahora se ha instalado, y con fundamento, la duda de si pueden pasar a la oposición porque puedan gobernar el PP, Ciudadanos y Vox, siguiendo el modelo andaluz.
La política es muy volátil, palabra de moda en muchos gobernantes, y más en la situación actual española. La sorpresa andaluza anuncia más sorpresas, pero nadie debe bajar la guardia porque Andalucía tiene su idiosincrasia y la Comunidad Valenciana tiene la suya, perogrullada que hay que tener presente, y más con la advertencia de Albert Rivera de que lo sucedido en Andalucía puede ser distinto en otras comunidades autónomas, abriendo la puerta a que Ciudadanos pacte de otra forma. Son equilibrios que Rivera va haciendo continuamente, en buena parte lógicos pero también peligrosos.
Andalucía votó en clave estatal y en clave autonómica: portazo a Pedro Sánchez por su apoyo en los independentistas y un Gobierno que avergüenza, con el fin de mantenerse en el poder a costa de todo. Y acabar con la corrupción y el clientelismo andaluz de 40 años. Un líder socialista valenciano me decía que “la política educativa nos va a pasar factura, seguro”: han “sobrado” 6 millones de euros destinados a libros de texto y becas de comedor, como guinda de 2018. El deterioro de la sanidad está en la calle. La imposición del valenciano tiene hartos a muchos. El sectarismo de Oltra indigna. Ha primado la imposición ideológica sobre el buen gobierno. La cita, en mayo.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.