Pronto después del armisticio que puso fin a la II Guerra Mundial, las alianzas militares de los vencedores se rompieron formándose en Europa los dos bloques que pervivieron durante cerca de medio siglo. La OTAN, la CEE (luego UE) y el Consejo de Europa aglutinaron a la parte occidental desde el punto de vista militar, económico e ideológico. El Pacto de Varsovia, el Comecon y el Komintern reunieron al bloque oriental.
Sin embargo, la organización que puso las bases políticas y jurídicas para lograr un cierto entendimiento y diálogo entre esos dos bloques, fue la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa, conocida como el proceso de Helsinki, que tras varios años de negociación, el 1 de Agosto de 1975 los 34 países europeos más los Estados Unidos y Canadá firmaron el Acta Final de la CSCE. El documento buscó reordenar la convivencia entre los países europeos que habían quedado diezmados y fragmentados después de la guerra.
Algunos de los 34 países firmantes han modificado su perfil. Las dos Alemanias han logrado su reunificación en la Republica Federal de Alemania; la URSS se ha fraccionado en 15 Estados; Yugoslavia dio origen a 6 países y uno más -Kosovo- no reconocido universalmente; Chequia y Eslovaquia siguieron caminos paralelos.
Y sin embargo, La Paz y seguridad se mantuvo en el continente con la sola excepción del violento fraccionamiento de Yugoslavia y el choque entre los dos Chipres.
La Paz de Helsinki logró reconducir la Guerra Fría en el continente camino de la Distensión y de una cierta Paz Fría. Una paz que duró desde 1975 hasta la madrugada del día 24 de febrero de 2022. 47 años.
A las 04:00 horas de la noche, la Rusia de Putin, manipulando una sarta de mentiras despreciables de las que destaca el supuesto genocidio de rusófilos en la región oriental del Donbas ucraniano, inició ataques aéreos y terrestres en todo el país al que asedió desde Rusia, desde Bielorrusia, y desde la costa del mar Negro en Crimea y Odessa.
En cuestión de minutos, Putin destrozo todas las normas internacionales y especialmente los diez principios del Acta de Helsinki. Vale la pena retenerlos: igualdad soberana de los Estados, respeto a la soberanía nacional, abstención del uso de fuerza, inviolabilidad de las fronteras, integridad territorial, solución pacífica de conflictos, no injerencia en los asuntos internos, respeto a los derecho humanos, libre determinación de los pueblos, cooperación entre los estados y buena fe en el cumplimiento de las obligaciones.
Ni uno solo de los principios ha dejado de ser violado y ello valiéndose de la peregrina idea de que Ucrania no tiene entidad separada de Rusia, que la seguridad rusa peligra con el deseo ucraniano de integrarse en la Unión Europea y en la OTAN.
Lo cierto es que Putin logró vender a su pueblo la idea de que había que revivir la grandeza del imperio soviético recuperando en la medida de lo posible las alianzas con la mayor parte de los países que formaron la URSS. En el caso de Ucrania, el país corre el gran riesgo de ver reducidas sus dimensiones a la porción del país al oeste del río Dnieper, es decir que perdería casi la mitad de su territorio.
Putin está buscando alcanzar un nuevo orden de seguridad europeo y, de acuerdo con Xi Jinping dibujar también un nuevo escenario mundial que asegurara a ambas potencias el dominio del Pacífico y el Indico, la expansión en África y en la medida de lo posible en América del Sur, frenando tanto como les fuera posible la fortaleza transatlántica.
En el caso de China, sin duda está tomando buena nota del coste para Rusia de su invasión a Ucrania para ver si le está a cuenta hacer otro tanto con Taiwán. Por ahora las sanciones económicas no parecen dañar en demasía a Moscú.
De los Estados Unidos y de la Unión Europea depende que podamos frenar esos delirios que hoy se han vuelto pesadillas. Por el momento la infame agresión rusa ha tenido la virtud de fortalecer la determinación de la OTAN que no se encontraba en su mejor momento. Es penoso pero hemos vuelto a los tiempos de la Guerra , un tiempo que creíamos estaba enterrado para siempre.
Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.