De las tres elecciones autonómicas celebradas este año, el PSOE obtuvo muy malos resultados en las gallegas, pudo salvar los muebles por pelos en las vascas consiguiendo que el PNV se hiciera con el mando perseguido de cerca por Bildu y ha conseguido que su filial del PSC alcance una mayoría insuficiente que quizá lleve a Illa al Govern. O acaso no. Habrá que hacer cálculos y esperar al menos hasta que pasen las europeas del 9 de junio.
Los rasgos más vistosos de los comicios de ayer fueron la bajísima participación, la fuerte caída de los partidos separatistas y las dudas de si los resultados obtenidos pueden considerarse un triunfo del constitucionalismo o no. Dicho de otra forma, si los resultados refuerzan la unidad de España o la debilitan.
Casi la mitad de la población catalana no votó ayer, con lo que el cansancio del votante se puso de manifiesto. La decadencia de Cataluña expresada con la fuga de miles de importantes empresas, la caída del PIB de la región, el crecimiento de la deuda y en el malestar social reflejado en el fenómeno de los okupas que concentra en Cataluña el 45% de los existentes en todo el pais, la inseguridad ciudadana, la pésima gestión del agua y la dudosa política migratoria, han convertido a Cataluña en una región decadente, con una población desilusionada y poco atraída por las urnas.
La fracción de quienes se decidieron a votar, castigó sobre todo al partido gobernante -ERC, que imprudentemente había adelantado los comicios- al que responsabilizó de los problemas que sufren en el día a día.
Paradójicamente reforzó a Junts y a Puigdemont, el vergonzante fugitivo, aupándolo hasta el segundo puesto, mucho más cerca del primero que de todos los restantes candidatos.
Lo significativo, sin embargo es que por primera vez desde hace décadas los partidos separatistas unidos -Junts, ERC, la CUP e incluso Alianza Catalana, no alcanzan los 68 escaños de la mayoría absoluta.
Por el contrario, la suma de los partidos nacionales -PSC, PP y Vox- si que la obtendrían aunque es evidente que esa adición no va a producirse nunca.
La gran duda es saber si Sánchez va a conseguir hacerse con el Govern a través de Illa sin que los 14 escaños en el Congreso de Junts y ERC le nieguen el indispensable apoyo para seguir en la Moncloa.
Sorprendería que Puigdemont, después de su rocambolesca fuga, después de haber pasado siete años en el exilio, de haber negociado el indulto, el descuento por la malversación y la amnistía y tras haber hecho una meritoria campaña desde la frontera con resultados notables, aceptara retirarse sin tener nada claro si puede volver a Cataluña libremente o si debe hacerlo por vía judicial.
Sin duda en los próximos días vamos a ver a Sánchez sacando pecho en todos los foros, explotando a tope los 42 escaños obtenidos por Illa. Y lo hará mientras pueda, hasta que alguno de sus muchos problemas pendientes -el Tito Bernie, el Koldogate, el de su hermano o sobre todo, el de su mujer- le estalle en la cara. Hasta que alguien caiga en la cuenta de que el PSC no es tan constitucionalista como se cree, por haber defendido iniciativas claramente anticonstitucionales . O hasta que hayan pasado las elecciones europeas en que Sánchez y Feijóo midan sus respectivas fuerzas a escala nacional.
Pero eso ocurrirá después del 9 de junio. Hasta entonces, el presidente seguirá presumiendo de que su política de apaciguamiento ha logrado domesticar a ETA y también ha bajado los humos al independentismo. Sin duda pagando un precio excesivo que cederá a Bildu, en un probable futuro, el mando del País Vasco más Navarra y echando pelillos a la mar sobre los golpistas del 1-O para que más bien pronto que tarde "lo vuelvan a hacer".
Imagen: EpData/Propia
Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.