La enseñanza concertada supone un ahorro muy considerable a la Administración, ya que un puesto en la pública le cuesta –nos cuesta, pues todos lo pagamos con nuestros impuestos– el doble que un puesto en la enseñanza concertada, según se ha dado a conocer estos días por parte de los promotores de la campaña #yoelijo exigiendo la libertad de elección educativa en la Comunidad Valenciana, con gran éxito de recogida de firmas. Puede resultar paradójico a algunos que, pese al ahorro que supone la enseñanza concertada, el actual Consell se sigue empeñando en hacerle la vida imposible, mediante tretas y decisiones que, en más de 40 ocasiones, han sido tumbadas por los tribunales. La explicación es que nuestros actuales gobernantes consideran prioritario imponer un modelo educativo, antes que defender la libertad y el ahorro económico.
Hace meses, algunas personas le intentaron razonar a Mónica Oltra el ahorro que supone la concertada. Les resultó muy extraña la reacción de Oltra, sin querer atender ni contestar a un argumento tan relevante como es el ahorro. Basta hacer un poco de ficción: si los 200.000 alumnos que ahora van a la concertada –2 millones en España– dejaran de hacerlo, o los titulares de esos centros decidieran cerrarlos, ¿de dónde sacaría el dinero el Consell para crear esas 200.000 plazas para alumnos y cómo resolvería el paro de los profesores y personal administrativo que trabajan ahí?
Eso no sucederá, porque muchos prefieren la libertad de educar con criterios pedagógicos y morales, con un esfuerzo de su bolsillo. Es cierto que algunos padres no pueden llevar a sus hijos a centros concertados por razones económicas, pero también es muy cierto que muchos padres hacen un esfuerzo para costear el centro concertado en vez de gastarse ese dinero en otros fines. No es elitista la concertada, pues es evidente que 200.000 alumnos no salen ni única ni mayoritariamente de padres con elevados ingresos.
El Sindic de Greuges ha recibido en 2018 la friolera de 6.600 quejas, de las que 5.765 fueron por la política del Consell de perseguir los conciertos educativos e imponer el plurilingüismo. La sociedad grita libertad y ahorro, y el Consell grita “escuela única, laica y gratuita”. Por supuesto, ha de mejorarse la enseñanza pública, también controlando y haciendo más eficientes los fondos que se destinan: no seamos ingenuos ni parciales, porque se comprueba con frecuencia que en los propios bolsillos –de la concertada– es donde mejor está el dinero y se gestiona.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.