No ha sido una buena decisión celebrar mañana el Consejo de Ministros en Barcelona. Lo que puede considerarse como deferencia hacia Cataluña es, en las actuales circunstancias, una ocasión para que el independentismo muestre sus amenazas políticas y de orden público.
Pedro Sánchez es presidente del Gobierno gracias a los apoyos independentistas. Pretende hacer malabarismos continuamente para gobernar merced a su apoyo y, desde las elecciones andaluzas con más claridad, mostrar un endurecimiento que no pasa de ser formal, tras la ridiculez de las cartas enviadas desde el Gobierno y rechazar posteriormente la aplicación del artículo 155. Sus vaivenes en torno al independentismo catalán le pasan factura, y en el PSOE temen sus movimientos.
Habrá que estar atentos a posibles anuncios o medidas que Sánchez puede hacer en su estancia en tierras catalanas: imprevisible y peligroso. Recientemente ha afirmado que el modelo autonómico ha de ser reformado, pero no lo ha especificado, como en tantas ocasiones en que formula declaraciones o avisos de intenciones que tienen en vilo a casi todos, por un motivo o por otro.
La tensión del 21-D en Cataluña va a ser considerable. Huelgas, paros, concentraciones, accesos a centros neurálgicos, van a ser un test con muchas variables. Los Comités de Defensa de la República se han organizado, y habrá que ver en qué grado se abonan a la provocación y a posibles enfrentamientos.
En esta ocasión los Mossos, la Guardia Civil y la Policía Nacional van a actuar coordinadamente. No se entendería que se permitan cortes en autopistas o acciones similares, que unas decenas de jóvenes prolonguen en el tiempo lo que estimen oportuno: si se producen, ha de haber una respuesta inmediata, debe triunfar el orden sobre las amenazas.
Los CDR se harán presentes, la kale borroka en versión catalana. Pero no hay que descartar, ni mucho menos, enfrentamientos o tensiones con catalanes que se vean perjudicados por sus acciones, por impedir el acceso a empresas, centros escolares u otros puntos de actividad profesional o social. Los ánimos están caldeados hace tiempo, y cada vez son más los que no están dispuestos a ceder al chantaje de los CDR. Veremos qué sucede.
Pablo Casado ha afirmado que Quim Torra busca sangre, una guerra civil. Desde que invocó la vía eslovena para Cataluña ya no es una interpretación, sino un espejo, aunque luego todos hayan defendido en Cataluña un independentismo pacífico. Hace tiempo, un independentista catalán me reconocía que buscaban sangre, que necesitaban muertos: preferí no hacerle mucho caso, pero con el tiempo se va comprobando que hay locos en todos los sitios, y el independentismo catalán de algunos ha entrado en el delirio violento.
Mañana puede ser un gran día si se controla la violencia, si domina el sentido común, si vence el Derecho. Puede ser, y puede no ser. Mañana pendientes de Cataluña, y mucho tiempo más, pero la espiral independentista puede crecer a partir de mañana o aletargarse.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.