El conseller de Educación, Vicent Marzà, ha liado hasta niveles insospechados la conflictividad en materia educativa. La “gota” que colma el vaso de agua es la decisión de no conceder becas a los alumnos de universidades privadas, recurrida por la Universidad Católica de Valencia y suspendida cautelarmente por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana.
La consecuencia es conocida: paralizadas las 10.000 becas que se concedían a universidades públicas y privadas, y de las que el 7% correspondían hasta este año a los de universidades privadas. En estos momentos, decenas de miles de familias y alumnos no saben si tendrán beca o no, lo cual incide directamente en la decisión de iniciar o continuar los estudios universitarios.
Marzà ha embestido contra los conciertos educativos, las universidades privadas, y un largo etcétera, que, aunque arropado en público por Compromís en estas decisiones, hasta en su propio partido ha generado enfado, pero eso ya en privado. No tan en privado los socios de gobierno en el tripartito, los socialistas, expresan su oposición a Marzà, por muchos motivos: por su radicalismo –“nosotros (los socialistas) pretendíamos suprimir los conciertos a los centros de enseñanza diferenciada, sólo para chicas o chicos, pero no declarar la guerra a la concertada”-, por su falta de habilidad, por su falta de experiencia que le lleva a tomar decisiones en momentos fatales para las familias o los alumnos.
Nada tan gráfico como lo que me comentaba un socialista: “el mejor comisario político del PP que tenemos dentro es Marzà, lo pone en bandeja a la oposición”. Y basta recordar que las polémicas revocaciones de conciertos educativos se dieron a conocer en vísperas de las elecciones generales del 26-J, la decisión sobre las becas universitarias a escasos días de que empiece el curso y las familias sometidas a una zozobra indescriptible.
Fue imprudente Marzà al declarar, recién llegado a la consellería, “se ha acabado la barra libre para la concertada”. En su sectarismo, Marzà no calcula bien los momentos de presentar sus propuestas-anuncio-decisión a los sectores afectados. ¿Qué ronda por la cabeza de Marzà? Tal vez piensa que con sus medidas contenta a sus votantes actuales y futuros, pero se equivoca. Incluso las personas inteligentes se vuelven torpes cuando se dejan llevar por el sectarismo y la ausencia de diálogo.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.