Ximo Puig prometió la semana pasada en Alicante matrícula gratis para los universitarios que aprueben todas las asignaturas, si sale reelegido presidente de la Generalitat el próximo 28-A. Casi simultáneamente, José-Antonio Monago, que aspira a presidir la Junta de Extremadura, anunció que, si gobierna, creará una consejería sobre despoblación, pues afirma que es el principal problema que tiene Extremadura. Y desde Ciudadanos anuncian que ellos bajarán el IRPF en muncipios de menos de 5.000 habitantes.
Diversos líderes hacen promesas electorales, que me recuerdan la reflexión de algunas personas acerca de que convendría que hubiera elecciones cada año, para estímulo y compromiso de los gobernantes… porque “se ponen las pilas”, están obligados a captar votos y parecen bajar a la realidad social: otra cosa es el grado de cumplimiento de las promesas electorales, que no es precisamente elevado.
La “España Vaciada”, las 22 provincias con problemas de despoblación, han esperado a estas fechas para hacerse oír, con la manifestación el próximo 31 de marzo en Madrid. Saben que es una ocasión inmejorable para que se les escuche, para que los partidos políticos ofrezcan medidas realistas y lleguen a compromisos, porque están hartos los habitantes de Teruel, Soria y otras provincias de incumplimientos durante décadas, y ya sólo quieren oír realidades concretas, con fechas.
La promesa electoral –o electoralista, como quiera considerarse– de Ximo Puig me rechina. La educación necesita inversiones permanentes, pero sobre todo cultivar el esfuerzo. Puig podría preguntar a Juan Roig, presidente de Mercadona, cómo valora esa medida, a un empresario que preconiza la cultura del esfuerzo, y le avalan los resultados empresariales y laborales cada año. Aprobar todo en junio debería ser lo normal, también porque muchos universitarios ven los apuros económicos de sus familias para costear sus estudios. Estimular la excelencia universitaria es imprescindible. Premiar la normalidad no me parece positivo. Los universitarios quieren una buena formación, vinculada al empleo, no el “gratis total” y la ausencia de responsabilidad, aunque sea en un segundo estadio de reflexión.
Matrícula gratis es que la Generalitat tendría que dar más dinero a las universidades. Supongamos que de 14.000 estudiantes aprueban todo en junio 2.000, y el coste medio de matrícula es de 1.200 euros anuales: 2,4 millones de euros. Más gasto público, que pagaríamos entre todos. Prefiero que se gaste en sanidad, por ejemplo.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.