Tradicionalmente las gentes nos sentimos colectivamente orgullosas de pertenecer a nuestro país, a nuestro pueblo, a las gestas que logramos alcanzar en nuestra Historia, a la belleza de nuestros mares y montañas, a los monumentos que fuimos capaces de construir, a las obras de arte de que fuimos autores.
En más de un país he oído repetir la frase "Cuando Dios creó el mundo y lo repartió entre los pueblos, nos entregó a nosotros el más hermoso, el que se había reservado para sí mismo".
Ese orgullo patrio empieza estar pasado de moda en muchos lugares del mundo y me atrevería a decir que, particularmente en el nuestro. Recuerden aquel dicho del poeta Joaquín Bertrina (1850-1880) "Si se alaba a Inglaterra será un inglés, si habla mal de Prusia es un francés, si habla mal de España, es un español".
Son muy escasas las ocasiones en que los españoles lucimos nuestro orgullo por pertenecer a este país. Prácticamente ello nunca ocurre si provenimos de las minorías separatistas catalanas, vascas o incluso gallegas. Muy al contrario, insultan a España y a todo lo español.
Raramente entonan con orgullo nuestro himno o lucen nuestra bandera. Solo en dos ocasiones ello ocurre: el día de la Fiesta Nacional aquellos miles que acuden a vitorear a nuestras Fuerzas Armadas y de forma mucho más contundente, cuando nuestros deportistas alcanzan algún trofeo, en particular si se trata de futbolistas como acabamos de ver tras la victoria de España en la Copa de Europa., la cuarta copa, el país que más ha logrado por encima incluso de Alemania.
Fuera de estas ocasiones, el término "Orgullo" no se usa referido a conceptos abstractos como la Patria o la Nación, sino a sectores más concretos como los mencionados éxitos deportivos o los desfiles anuales LGTBIQ.
En todo el resto, en lo que se refiere a la Patria, las encuestas que se han efectuado para defenderla en el eventual caso de una agresión exterior, las cifras de los patriotas descienden por debajo del 40% en el conjunto de España y no alcanza al 5% en las regiones separatistas y en las Islas Canarias.
Los fastos que siguieron al 2-1 contra Inglaterra rebasaron todo lo imaginable. Los dos extremos del equipo nacional, Nico y Lamine, hicieron más por dignificar la inmigración que todos los discursos progre tan poco convincentes.
Nada que objetar. Al contrario, es preferible tener estos destellos de patriotismo futbolero que no tenerlos en absoluto. Ya se pone como ejemplo de armonía y unidad lo que el seleccionador Luis De la Fuente ha logrado con esas dos docenas de jóvenes. Y no olvidemos que nuestro seleccionador estuvo a punto de ser defenestrado por haber aplaudido un día, bondadosamente, al besucón Rubiales.
Pelillos a la mar. ¡De la Fuente for President!
Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.