Algo hay en nuestros genes hispánicos que nos lleva a colorear la vida con el blanco o el negro, no se nos da muy bien el gris o la mezcla de colores. También por nuestra historia y cultura tendemos a reduccionismos, a veces muy simplistas, de manera que en política queremos encasillar todo con la etiqueta de izquierda o derecha, cuando en realidad la vida política es un caleidoscopio. El panorama político actual en España nos lleva a un ejercicio polifacético, sin apenas mayorías absolutas, como resultado de nuestros votos el 28-A y el 26-M. Para quien gobierna, lo más cómodo es la mayoría absoluta, pero mira por dónde no es lo que las urnas han arrojado.
Resulta hasta irrisorio escuchar o leer ciertos comentarios sobre las elecciones, bien por interés partidista, bien por titulares facilones. Lejos de mí pretender que mis opiniones sean compartidas en su totalidad o en su mayoría, pero pienso que es objetivo que el PSOE ha ganado, el PP respira en su batacazo, Ciudadanos sigue creciendo, Podemos se desinfla, Compromís se consolida y Vox ha irrumpido con fuerza. Afirmar –como se ha afirmado– que Vox es uno de los grandes perdedores me parece más que discutible, siendo un partido casi recién nacido y pieza básica en tripartitos.
Puesto que hemos decidió que haya un ajedrez político variopinto, toca ahora entenderse entre los partidos votados para lograr gobernar, que esa es la finalidad de unas elecciones. El PSOE está más acostumbrado a pactar, pero ahora está nervioso porque, habiendo ganado en diez de las doces comunidades autónomas, no tiene asegurado gobernar en unas cuantas. Por su parte, Ciudadanos ya ha dicho que estudiará caso a caso, y que puede pactar con el PSOE o con PP y Vox, atendiendo a las circunstancias y trayectoria de cada territorio o municipio. PSOE y Ciudadanos llevan ventaja en la asimilación de una política de pactos, y ahora toca al PP desplegar esa habilidad de encontrar puntos de unión para gobernar sin descaifenarse. Atentos a Benicássim, por ejemplo: el PP no tiene atado a Ciudadanos. María-José Catalá ha ofrecido un pacto a socialistas y Ciudadanos para que no gobierne Compromís en el ayuntamiento de Valencia, y el socialista Ángel Gabilondo intenta algo similar en la Comunidad de Madrid: iniciativas que chirrían a algunos, pero que yo valoro como una época nueva, donde de verdad la política sea un arte de lo posible, que no equivalga a traición a los votantes ni a la identidad básica de un partido. Sé que esto rompe cinturas y moldes. Lo ideal puede ser distinto para unos y para otros, toca negociar, pactar.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.