Se acaba de conocer el dato del paro juvenil a 30 de septiembre. No nos ha sorprendido, por desgracia, porque es una realidad que vemos a nuestro alrededor cada día, muchas veces en la propia familia. La tasa del paro juvenil vuelve a sobrepasar el 40%, y hay que tener en cuenta que se refiere al paro en jóvenes menores de 25 años, porque si se consideran los datos de los que tienen entre 25 y 35 años todavía es más estremecedor. No es que cueste encontrar trabajo solamente a los menores de 25 años, de manera que casi la mitad está en el paro, es que muchos de ellos ni se registran en el paro, y con 30 ó 35 años están muchos buscando trabajo, después tal vez de haber trabajado en algunos trabajos temporales. Nunca ha habido una generación de jóvenes en España más preparada, y estamos a la cabeza del paro juvenil en Europa, volvemos a estar en una situación angustiosa para jóvenes y familias: no aprendemos, y apenas nada se ha arreglado a fondo desde la crisis de 2007.
Hay que tener presente que muchos jóvenes han emigrado al extranjero en estos años, y siguen allí, porque no encuentran en España un trabajo digno, adecuado a su preparación, y en otros países sí lo han logrado y están centrados. Si sumáramos estos jóvenes emigrados en esta última década, la cifra todavía sería más dolorosa. Y más cuando consideramos que es una juventud atrapada en el paro, por así decirlo, porque muchos han vivido y sufrido la crisis de 2007 y ahora la de 2020, por lo que a sus 35 años muchos han ido haciendo de casi todo y ahora no gozan de una mínima estabilidad profesional en España para formar una familia: no son elucubraciones, sino hechos que vivimos todos en nuestro entorno más cercano.
No pensemos en los “ni-nis”, que ni trabajan ni estudian, y que es un fenómeno para analizar en otra ocasión. Pensemos en los que se han formado con esfuerzo e ilusión, dominando varios idiomas y las nuevas tecnologías, y se encuentran un erial laboral. Están fallando, desde hace años –porque no es un problema nuevo– muchos estratos educativos y profesionales en España. El primero de ellos es una enseñanza vinculada a las empresas privadas, con una FP que quieren las empresas, con jóvenes formados para necesidades laborales reales, y ya con el germen de que esos jóvenes se planteen ser emprendedores. Falla nuestro tejido industrial: los gobernantes siguen incrementando el número de funcionarios. Falla la generación que ahora tiene entre 45 y 60 años, por situar un parámetro: una generación que está fallando a los jóvenes.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.