Pedro Sánchez está gestionando muy mal la crisis del coronavirus. Sé muy bien que no es nada nuevo ni original lo que afirmo, pero lo hago a sabiendas: ni por agotamiento va a lograr que pensemos otra cosa, mientras no cambie su aire autosuficiente, mentiroso e incompetente de gobernar nuestra querida España.
Afirmar que se gobierna “tarde” ya lleva implícito que lo hace “mal”. Sin embargo, reitera sus errores casi cada día, y permite que los miembros del Gobierno digan una cosa y su contraria. Difícil arreglo tiene, para desgracia nuestra, pues afecta a la salud, al empleo, a toda la sociedad española, con tintes dramáticos, sin que nos sirva la cantinela de que es un problema mundial: basta ver cómo se está gobernando en otros países, para reconocer que es un problema de todo el mundo, pero hay modos de gestionar la crisis mejor y peor, y el balance de Sánchez es aterrador.
Ante esta pandemia, resultaba evidente que debía protegerse al personal sanitario prioritariamente. Poco antes de escribir estas líneas, me entero de que van a pasar el lunes próximo, 4 de mayo, los test al personal sanitario de un importante Centro de Salud de una capital de provincia. Increíble, pero cierto.
Y, como remate, también me entero de que han pasado los tests en una residencia de ancianos -al personal y a los ancianos- el pasado viernes, 24 de abril. Residencias de ancianos y personal sanitario eran –y son– una evidente prioridad, pero no para Pedro Sánchez y su Gobierno.
No quiero marear con cifras, que cada día seguimos conteniendo la respiración. El 20% de los contagiados por el virus corresponde al personal sanitario; 24.000 muertes “oficiales” por el coronavirus –que todos sabemos que son unos cuantos miles más–, de las que más de 15.000 corresponden a fallecimientos de ancianos en residencias. Son datos concluyentes, dolorosos, a los que no debemos acostumbrarnos ni pasar hoja, porque la guerra continúa, y Pedro Sánchez al frente.
¿Cuál es la causa de que Pedro Sánchez lo esté haciendo rematadamente mal, en una situación tan dramática? Esconde y maquilla datos, no escucha ni a la oposición ni a las comunidades autónomas, comunica con precipitación e imprecisión un plan de desescalada gestado por quienes dependen de él para cobrar cada mes.
La denominada “nueva normalidad” puede ser, a la vista de lo que sucede, una sucesión de errores e improvisaciones. Basta ver que Iván Redondo también lo decide.
Algunos políticos han pedido perdón por llegar tarde en esta crisis, como es el caso de Ximo Puig, pero está gestionando algunas cuestiones con acierto. Sin embargo, Pedro Sánchez ni pide perdón ni rectifica.
¿Dónde está la solución? En primer lugar, en el propio PSOE: Pedro Sánchez está destrozando el país. En segundo lugar, las diversas entidades sanitarias deben hablar alto y claro, sin dejarlo para más adelante en forma de reclamaciones o denuncias. En tercer lugar, el empresariado, que ve cómo se está destrozando el país. Y los sindicatos deben ser valientes, a la vista de los hechos. Por último, en los medios de comunicación hay una responsabilidad también muy grande: la credibilidad está en entredicho, soslayando u ocultando datos, para agradar al “subvencionador” Pedro Sánchez.
El problema es Pedro Sánchez, ciertamente, pero una sociedad madura no debería permitir un continuo desastre. Quedarse en casa no es quedarse callados. Cada uno tenemos una cuota de responsabilidad.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.