El fenómeno de la despoblación rural en España no es de hoy, sino que tiene unos 70 años de historia. Se puede situar en la década de los 50, cuando la dureza de la agricultura se vio con la necesidad de ser sustituida por la incipiente industrialización de España, y muchos andaluces, extremeños, aragoneses y de grandes zonas de España emigraron a las grandes ciudades y a zonas de prosperidad de nuestra geografía. Madrid, Barcelona o Valencia, entre otras ciudades, la costa mediterránea, empezaron a crecer industrial y demográficamente, concentrando el desarrollo laboral, estudiantil y de servicios. Mi familia fue una de esas familias aragonesas que fuimos emigrando. En los pueblos se iban quedando los padres, los abuelos si era posible por motivos de salud o atención, y el envejecimiento rural era evidente. En vacaciones de verano y en alguna otra ocasión se volvía al pueblo y se sigue volviendo, como también sucede en pueblos del interior de la provincia de Castellón.
La despoblación fue convirtiéndose en una realidad a causa de la economía, la educación y los servicios. El hecho de pasar días o temporadas en el pueblo donde nacimos y vivimos nos produce alegría, con cierta dosis de nostalgia buena: nuestras raíces se avivan, los lazos familiares se consolidan, nadie se considera superior a nadie por haber logrado en las ciudades una proyección laboral o académica que en los pueblos no pueden lograr, la convivencia rural enriquece a unos y otros. Todos sentimos la pregunta de si hemos hecho todo lo posible por elevar el nivel de vida de nuestros pueblos, notando esa pregunta inquietante de gratitud y justicia hacia nuestros antepasados. La despoblación rural es, por un lado, inevitable, pero por otro nos remuerde por la dejación de los políticos, de la sociedad civil, también de quienes en su día emigramos a una gran ciudad. Mirar el pasado es infructífero, miremos el presente.
La España Vaciada presentó ayer en el Congreso de los Diputados su Modelo de Desarrollo, con 101 propuestas concretas. Hay hartazgo hacia los políticos, que prometen y prometen un plan tras otro. Si los políticos se mueven por votos, ahí tienen el ejemplo de Teruel Existe, que se presentó a las elecciones generales y ahora tiene un diputado y dos senadores, literalmente “barriendo” a PP y PSOE en la provincia turolense. ¿Se presentarán más plataformas a próximas elecciones autonómicas o/y generales? PP y PSOE no contemplan esa opción, que por ahora la España Vaciada prefiere no desvelar. Hay partido. Sin utopías: con gratitud y justicia.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.