En las elecciones del 28-A ya hubo unas cuantas sorpresas, aunque algunos lo nieguen o puedan matizarse: la debacle del PP, el susto de Compromís con un solo diputado nacional y un menor apoyo a Vox del que se esperaba pueden sintetizar las grandes sorpresas, porque se veía venir el auge del PSOE y la disminución de votos a Podemos. La fragmentación del voto del centro derecha ha hecho posible la jugada-maestra del hábil Pedro Sánchez al adelantar las elecciones.
Se detectan síntomas de que el 26-M haya sorpresas respecto al 28-A, y eso que apenas hay un mes de diferencia. No creo que el voto de las generales sea trasladable sin más a las municipales y europeas, o autonómicas en muchas comunidades de España. Hay algo en nuestra idiosincrasia y en la situación política actual que nos lleva al gusto por la sorpresa, a hacernos imprevisibles, aunque sea para llevar la contraria a las encuestas y los dirigentes políticos. Lo que se votó hace unas semanas no será fotocopiado dentro de unos días. Mientras Sánchez, en un alarde de hipocresía, se vuelca con el fallecimiento de Alfredo Rubalcaba, tras la “limpia” de rubalcabistas.
Indudablemente, influyen diversos factores para la sorpresa. Por ejemplo: la comprobación del centro derecha de que el castigo al PP ha traído consigo una pérdida considerable de diputados, más de lo que algunos desearían –dentro del mismo PP “castigado”-, y ahora pueden retornar al PP votos que se perdieron en las generales. Puede confirmar el PP su hundimiento, o llegar a gobernar en diversas comunidades autónomas importantes pactando con Ciudadanos y Vox, y en no pocas ciudades y municipios: atentos a Madrid, Valencia y Castellón, por ejemplo. En ese sentido, el carácter de “segunda vuelta” del 28-A puede deparar no pocas sorpresas.
La sorpresa también puede venir del sentido mismo de las municipales. Siempre se ha dicho que las municipales anticipan las generales, pero en este caso primero han sido las generales. En las municipales se vota más a las personas que a los partidos, aunque por supuesto es matizable semejante afirmación: hay personas que votan prácticamente siempre al mismo partido. Al influir más las personas, teniendo en cuenta la estructura consolidada y extendida por todo el país del PSOE y PP –desde luego no hablo de Cataluña y País Vasco-, parten con ventaja para liderar tripartitos, pero que no tienen por qué ser en la línea del 28-A. Y Ciudadanos puede ser quien gobierne, con PP y Vox, o atentos a posibles pactos con los socialistas: 26-M con sorpresas a la vista.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.