TRANS

Allá por los años 60 del siglo pasado prosperó una canción en que un joven matrimonio discutía sobre el primer vástago que iban a engendrar. La esposa prefería una niña y el marido un niño. Después de darle muchas vueltas al asunto, acabaron conciliando posiciones y diciendo "Vamos a querernos venga lo que venga", pero dejando claro en la última línea que "Yo quiero una niña, yo quiero un bebé".

La duda se desvelaría pocos meses después y tras un rápido vistazo a la criatura sabrían si podrían contar para toda la vida con "una niña o un bebé". ¡Dichosos tiempos aquellos en que los trenes funcionaban bien, los pantanos estaban llenos y apenas pagábamos impuestos sin recibir ni un solo duro de una Unión Europea que aún no estaba para regalos. Y aun no se habían inventado tantas fórmulas intermedias como apuntan las iniciales LGTBIQ, y todas las letras que sin duda aparecerán aun.

Nos contaba una de nuestras hijas que vive en los Estados Unidos, aunque estas historias podrían darse en cualquier lugar de España, que hace poco se encontró con una señora, madre de un compañero de colegio de nuestros nietos. Al preguntarle por él -Louis era su nombre- la señora le respondió que ahora era "ella", Louise, y que el proceso Trans le había llevado al divorcio y había arruinado su vida. "Y lo peor, dijo, es que aún no está segura de encontrarse a gusto en su género o querrá volver a cambiarlo".

No debemos tratar el tema Trans a la ligera. Es cuestión muy seria. Resulta sumamente nociva si la decisión se toma de forma precipitada, en la niñez o en la adolescencia, cuando los sentimientos están aún confusos o cuando los púberes se han visto mal influidos por programas de televisión o de internet disparatados o con la enseñanza en colegios falsamente progresistas. En esos años, la vigilancia de nuestros menores es fundamental.

Si la decisión Trans es tomada en la madurez, cuando la persona ha podido comprobar que no se encuentra a gusto en su piel , cuando comprenden que no es solo sentirse atraídos por los de su propio sexo cosa que podría resolverse con una simple salida del armario, cuando están seguros de que podrían desarrollar su vida familiar, profesional, social o incluso deportiva con mayor felicidad desde un sexo diferente al que marcaba su partida de nacimiento, en ese caso tanto la familia como el entorno médico y el Estado debe prestarle apoyo.

Otro asunto y muy diferente, que por cierto viene dándose con frecuencia últimamente, es cuando el cambio de sexo se hace sin ninguna garantía legal, con el propósito de eludir la justicia o incluso de delinquir. Hemos oído en los últimos días de un marido maltratador que para esquivar el castigo que le correspondería por haber golpeado a su mujer, cambió de género con lo que ya no encajaba en el delito de machismo. Vimos otros casos de deportistas mediocres que se transformaban en mujeres para obtener mejores marcas, especialmente en combates de boxeo femenino.

El tema Trans da para muchas reflexiones y por su complejidad no es posible abrazarlo de pleno o rechazarlo totalmente. Junto a la norma general aprobatoria habrá que incluir tantos matices como sean posibles y necesarios.

Imagen: Issuu

  • Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho. 
    Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993. 
    Primer Embajador de España en Macedonia en 1995. 
    Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.