Pedro Sánchez ha logrado ser presidente del Gobierno consciente del campo de minas que le espera, y también con el propósito de ir poniendo minas para aguantar en la Moncloa y liderar el PSOE durante unos cuantos años, muchos más de los que auguran voces que no dan a este Gobierno más de dos años.
Se ha embarcado en un Gobierno, aceptando todo con el único fin de ser presidente. Bildu, ERC y Podemos son auténticas minas, y en sus manos está la legislatura. Gobernando con Pablo Iglesias, la lucha va a ser sin cuartel, aunque guarden las formas: Iglesias también aspira a gobernar muchos años y, si es posible, recuperando votos y escaños, a costa del PSOE; Sánchez lo sabe y es consciente de lo que le espera.
En estos días, varias personas me han expresado que han votado al PSOE el pasado 10-N, pero que ahora no le votarían, porque no se esperaban que Pedro Sánchez se echara en brazos de independentistas y filoetarras, y ya está dando muestras de ello.
No sé cuántos votantes socialistas se arrepienten ahora del voto al PSOE, probablemente una minoría, y desde luego una mera cuantía simbólica si se atiende a la reciente encuesta del CIS de Tezanos, por cierto tan distinta a la de GAD3. ¿Alguien dudada de que Tezanos seguiría al frente del CIS?
La hipoteca de ERC y Bildu irá deparando sorpresas. Son los pactos que no están escritos. Ahora toca reformar el Código Penal para que el delito de sedición esté menos penado, y así beneficiar a Junqueras y compañía.
Sobre la reunión en febrero de Sánchez y Torra en Cataluña, Sánchez habla de diálogo –tras meses de no cogerle ni el teléfono– y desde Cataluña asegurar que el trema es la independencia de Cataluña. Es de las minas más poderosas que tiene Sánchez, a cambio de su abstención para que haya sido elegido presidente.
Siempre –ha asegurado Sánchez– todo estará dentro del marco de la Constitución. Ya veremos cómo lo hace, y si lo hace, especialmente en el terreno educativo, rodeado de gobernantes que tienen enfilada la enseñanza concertada.
Pedro Sánchez gobierna en un campo de minas, y él también las está poniendo, por ejemplo, teledirigiendo ya el relevo de Susana Díaz en Andalucía.
Y en esta carrera de supervivencia, el cada vez más poderoso Iván Redondo, su jefe de gabinete, que más bien es un vicepresidente más, o incluso con más poder que ninguno de los cuatro vicepresidentes. Pero, cuidado, que Pablo Iglesias se enfada.
Pablo Iglesias respeta y teme a Iván Redondo, que controla la Comunicación y muchas más áreas estratégicas, que siempre han sido objeto de deseo para Pablo Iglesias. Que no extrañe alguna mina contra Iván Redondo, cuyo origen podemita es más que probable.
En la comunicación, Iván Redondo querrá marcar la agenda de los medios de comunicación y de la opinión pública: una vez la ministra Celaá, otra vez la directora del Instituto de la Mujer, Beatriz Gimeno. La oposición debe aprender, y no ir a remolque.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.