La alcaldesa de Castellón, Amparo Marco, anunció el pasado 20 de marzo la puesta en marcha del Servicio de Emergencia Social para atender especialmente a las personas más vulnerables por la pandemia. Lo hizo con amplitud, con el fin de no dejar desasistido a nadie, prometiendo facilidades ante la grave situación que estamos viviendo. Se han reforzado los Servicios Sociales dependientes del ayuntamiento y me consta que el personal no da casi abasto al aluvión de solicitudes de ayuda que están llegando en estos días. Era de suponer, pues todos sabemos los cientos o miles de personas que viven solas, mayores, dependientes o necesitadas de diversas ayudas en estas semanas de sufrimiento. Y todos nos hacemos cargo de lo duro que está resultando para esas personas oír o ver a través de los medios de comunicación el número de nuevos contagiados y fallecidos cada día, en la ciudad, en la provincia, en España, muchas veces estando solas. En algunos casos, la persona que les cuidaba ha dejado de hacerlo, por temor a contagiarse al salir a la calle o atender a estas personas mayores, y es preciso buscar soluciones de emergencia.
Me consta que los Servicios Sociales están trabajando mucho y bien. Con una rapidez digna de reseñar. Por ejemplo, el caso de una mujer que vive sola, encamada, con alzheimer, sin familia, con grado de Dependencia III y a la espera de ingresar en una residencia de la ciudad cuando lo permita la situación sanitaria, pues ahora hay plazas libres en las residencias pero están cerradas, no se admite a nadie nuevo, y parece prudente. Se le atiende con un esfuerzo encomiable por parte de alguna persona conocida y también de algún vecino, con una solidaridad diaria.
En el caso mencionado, el martes 24 de marzo, a las 17 horas, se planteó a los Servicios Sociales mediante un correo electrónico una ayuda para esta mujer. A los cinco minutos, contestaron de Servicios Sociales que se pondría en contacto cuanto antes una trabajadora social. A la mañana siguiente, una trabajadora social se interesó por el caso y valoró la posible ayuda a domicilio mientras dure la pandemia, recabando toda la información por teléfono, para plantear la concesión de esa ayuda. A la mañana siguiente, día 26, esta trabajadora social comunicó que se había concedido el servicio a domicilio por las tardes – que era lo solicitado – desde ese mismo día 26: y así fue, ya esa tarde, y a partir de entonces como se había solicitado. Esa rapidez se merece un 10, y a la vez puede servir para resolver en el futuro con más agilidad estas peticiones.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.