Todas las instituciones civiles y diocesanas se están volcando en Valencia para recibir a los 629 inmigrantes del barco “Aquarius”.
Es la mayor emergencia humanitaria que acomete España. De los 629 imigrantes, más de 100 son niños. Abandonados por el Mediterráneo, donde podrían haber encontrado su fosa, estos inmigrantes se van a beneficiar de la decisión de Pedro Sánchez de “hay que hacer algo”, encontrando en Valencia el puerto idóneo y la sociedad adecuada. Llegarán mañana o pasado.
Hay una pancarta colgada en la fachada del ayuntamiento de Valencia con este motivo: “Valencia ciudad refugio” (en valenciano). Pese a quienes piensan que es una mera “foto” o un peligroso “efecto llamada”, pienso que es una decisión humanitaria loable, aunque pone de manifiesto un cúmulo de injusticias y omisiones en el ámbito internacional que sería bueno analizar y remediar. Lo complejo no justifica la pasividad.
Pero Valencia entera se está volcando en los preparativos, tanto las instituciones civiles como todos los recursos que la diócesis tiene a su disposición –gracias a la labor que lleva a cabo el cardenal Cañizares desde hace años con los inmigrantes-, con una excelente coordinación. Es un frenesí de reuniones y preparativos.
La vicepresidenta del Gobierno valenciano, Mónica Oltra, preside el Centro de Coordinación Operativo Integrado Preventivo, y ha logrado la suma de todos, sin distinción. Como me comentaba una de las autoridades implicadas, nunca se había logrado que todas las administraciones –estatal, autonómica y local– actuaran conjuntamente, y además sumando a entidades de la Iglesia y de carácter asistencial.
Oltra ha agradecido expresamente a la Iglesia la puesta a disposición de todas sus posibilidades, con amplia experiencia. Es para agradecer la solidaridad de los 6.000 voluntarios de Cáritas en Valencia, por ejemplo, que pone de manifiesto la gran labor social que hace habitualmente la Iglesia, no sólo con la llegada del “Aquarius”.
Valencia ha reforzado los servicios de alimentación, de vivienda, sanitarios, judiciales, psicológicos y un largo etcétera, para recibir con humanidad a estos 629 inmigrantes, víctimas de muchas cosas, pero acogidos en la capital del Turia como se merecen, como personas.
Ha estado acertada Oltra al afirmar que no se trata de una conferencia internacional o de la UE sobre políticas migratorias, sino que se está hablando de la diferencia entre vivir y morir.
La situación de cada uno de los 629 inmigrantes se encauzará según sus circunstancias. Sean refugiados o inmigrantes ilegales, cada persona recibirá la atención adecuada.
En el PP se ha criticado esta decisión de recibir al “Aquarius”, calificándola como oportunista. Y Núñez Feijóo –más que futuro presidente del PP nacional– se ha desmarcado, sumándose a la tarea de acogida y ayuda, puesto que habrá que distribuir por varias zonas de España a buena parte de los inmigrantes. La solidaridad no es, no debe ser, ni de izquierdas ni de derechas, y pienso que Núñez Feijóo acierta en su posición.
El “Aquarius” despierta de nuevo el dolor ante la injusticia, el tráfico de personas, pero también puede marcar un hito en adoptar medidas si otros no lo hacen. Y Valencia como ejemplo.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.