La nueva presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha resumido su programa en esta importante comunidad autónoma en tres objetivos: libertad, bajada de impuestos y eficacia de los servicios públicos. Suena bien, al menos a mí.
Por un lado, quita el hipo saber que la presidenta es la responsable máxima de un presupuesto anual de más de 20.000 millones de euros, con 200.000 funcionarios o empleados públicos. Quienes alertan sobre su inexperiencia tienen algo de razón ante tamañas exigencias, pero un líder es quien sabe rodearse de personas idóneas para una tarea tan ingente.
Parece que los consejeros que ha elegido pueden ser eficaces por su experiencia. Aunque también tenemos a un Pedro Sánchez como presidente del Gobierno sin experiencia en la gestión –y desde luego que se nota con frecuencia-, y ocupa el cargo que ocupa.
Respecto a la libertad, que ha puesto en primer lugar Ayuso, buen deseo y que difícilmente alguien va a contradecir. Todo el mundo se abona a la libertad, en un país en que la sociedad civil parece cada vez más dormida y prefiere que papá-Estado resuelva y organice. Hay mucha pasividad y se nos da muy bien la queja: no tanto la iniciativa social.
Habrá que ver el gobierno de Ayuso en la práctica, y tal vez es la diferencia que el PP busque respecto al PSOE: dar más protagonismo a la sociedad, frente a un PSOE que busca soluciones estatatalistas y desconfía de la libertad, y por tanto del pluralismo. La libertad de enseñanza será, una vez más, piedra de toque, para valorar el gobierno de Ayuso.
Por otra parte, el PP es muy consciente de que, en estos momentos, la figura que ha emergido con Ayuso es un test para todo el partido. Ha de reflejar lo que el partido quiere ser a nivel estatal, para recuperar votos perdidos, en cierto modo un contraste ante el Gobierno de Sánchez, para que los españoles valoren en el futuro un modo y otro de gobernar.
La bajada de impuestos también suena muy bien, y desde luego soportamos una carga impositiva considerable. Donde mejor está el dinero es en nuestro propio bolsillo, no en manos del gobierno municipal, autonómico o central, que nos indigna cuando nos enteramos de equipos médicos sin utilizar o de material escolar guardado en almacenes sin llegar al uso de profesores y alumnos.
Al final, lo que es de todos es de nadie, y lo público necesita un esfuerzo mayor y una gestión más eficaz. El razonamiento podría ser el opuesto: como es de todos los ciudadanos que lo pagan con sus impuestos, por eso mismo los responsables políticos y los funcionarios han de ser más ejemplares. Los casos de desidia nos llueven a cientos, y parece que sólo vale la queja verbal, porque la maraña administrativa agota y los tribunales tardan mucho en juzgar.
El trípode de Ayuso suena bien, pero la desconfianza ante las declaraciones de los políticos también ha aumentado. Habrá que ver cómo gobierna, aunque Ayuso ha dado muestras de ser resolutiva, y esperemos que su soltura –que facilitará no pocos titulares- se plasme, sobre todo, en cumplir los objetivos que ha destacado.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.