En el periodismo, como en la vida, hay que estar prevenidos contra el alarmismo, la superficialidad y la indiferencia ante el dolor o el sufrimiento. La caída de Afganistán en manos de los talibanes es una tragedia para los afganos y para toda la humanidad, y pienso que no es alarmismo. Algunos líderes mundiales como Macron, Merkel o Johnson han suspendido sus vacaciones, porque requiere actuaciones inmediatas de evacuación de personas, también de los miles que han colaborado con las potencias occidentales, y con razón temen por ellos y por sus familias: sin embargo, Pedro Sánchez de nuevo hace gala de lo que es, un mediocre feliz de vivir en la Moncloa, y ahí ha seguido en Lanzarote. Si lo tenemos de presidente, algo dice de nosotros.
Pánico para los afganos, que en su mayoría no apoyan a los talibanes, pero les temen. Y pánico multiplicado entre las mujeres. También pánico en el resto del mundo, porque puede ser un bastión para el terrorismo internacional, o un eslabón más: aunque no hay que temer a los afganos que acojamos –es lo menos que podemos hacer ante este hachazo para los derechos humanos-, porque los hipotéticos terroristas hace tiempo que ya viven en Francia, España, Reino Unidos, Estados Unidos, etc.
En España hay ahora 799 afganos censados. En la provincia de Castellón, 14, y 112 en toda la Comunidad Valenciana. No conozco a ninguno, pero me gustaría recoger sus informaciones, sufrimientos y opiniones. La palabra “traición” saldría, con toda certeza.
Ha sido muy sorprendente cómo iban cayendo, una tras otra, como un castillo de naipes las ciudades afganas. Un ejército afgano con 300.000 hombres, bien armados por la coalición internacional, se iba diluyendo como un azúcar ante 60.000 talibanes. Se afirmó que Kabul podía caer en 60-90 días, y a los 3 días ya estaba en manos de los talibanes, que sólo han tenido que disparar al aire, mientras cundía el lógico pánico en una ciudad de más de 3 millones de habitantes, con las conocidas imágenes de un aeropuerto descontrolado y angustioso.
El presidente norteamericano, Joe Biden, defendiendo la acción de Estados Unidos de no ser un policía mundial, y menos cuando los afganos no se quieren defender, con un presidente huido. Diga lo que diga, la evacuación y la falta de control son imperdonables. Saigón ha vuelto. Un fracaso estrepitoso, que no se puede atribuir a Trump. Merkel lo ha reconocido. Macron quiere ser un líder para la reacción solidaria europea, y ya lo dijo el lunes en un solemne discurso a toda Francia. Sánchez, veranea.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.