Mónica Oltra reconoció el pasado lunes que ella había encargado el informe en la Consellería sobre los abusos de su marido a una menor tutelada por la Generalitat, para saber lo que había pasado. Cuando en el juicio que se sigue contra 13 investigados –11 de la Consellería y 2 del centro en que se alojaba Maite, la menor– han ido proliferando las declaraciones de que recibían instrucciones de arriba, para desautorizar la denuncia, todo el mundo daba por hecho que Mónica Oltra estaba detrás, como responsable de la Consellería y por referirse a un grave hecho de su marido.
Ahora Mónica Oltra, tras varias declaraciones confusas o erróneas en estos años, dice que ella encargó el informe paralelo, que precisamente se caracteriza por intentar anular el testimonio de Maite. Es curioso: diversos funcionarios y altos cargos no dieron valor a lo que la policía consideró delictivo en unos minutos en que Maite pudo contárselo. Curioso, y no tiene justificación. Pese a todo ello, Oltra ahora se viste de salvadora de la profesionalidad de sus funcionarios y altos cargos, especificando que partió de ella la orden: ¿alguien lo dudaba? Una orden no anula la responsabilidad o negligencias de quien la pone en práctica. Oltra no está entre los investigados. Si el juez lo decide, en calidad de aforada deberá ser juzgada en el Tribunal Superior de Justicia, y puede ser acusada de prevaricación, desobediencia, ocultación de pruebas y malversación.
Escribo estas líneas el 8-M, Día Internacional de la Mujer. La igualdad de dignidad, derechos y oportunidades para las mujeres es una conquista creciente, aunque todavía queda mucho por ganar, y más en muchos otros países distintos a España. Ese feminismo une, no una tergiversación o amputación de reivindicaciones que, por razones sectarias, intentan monopolizar el feminismo, sin escuchar razonamientos. Un feminismo que sigue callando ante el dolor continuo de Maite está deslegitimado. Mujer, adolescente, sufre abusos sexuales, no se le presta atención, no se le ayuda, se le arrincona, incluso ahora que pide ayuda económica para ella y su bebé mediante la campaña CoFundMe “El frío se está apoderando de nosotros”.
No puede participar la consellera en un debate sobre feminismo: le sacarían los colores. Puestos a imaginar, un debate con algunas que se autocalifican feministas en el que estuviera Maite podría ser sangrante. No se atreverán. El silencio de ciertas feministas en este caso es escandaloso.
El juicio social hace tiempo que se ha emitido, y no es una ‘cacería política’. Mientras, Maite y su bebé siguen sufriendo el castigo: el olvido.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.