Atajar la violencia de menores de 14 años

En Aragón, como en toda España, preocupa el aumento de delitos cometidos por menores de edad. Pero parece que preocupa a jueces y educadores, casi apenas a los gobernantes, o al menos esa impresión existe.

Afrontar los problemas siempre es duro, incómodo, y más cuando parece estar fracasando la sociedad en su conjunto. No lo olvidemos: si los menores están cometiendo más delitos, es porque encuentran un caldo de cultivo, mayores permisividades y una falta de fortaleza para afrontarlo y adoptar medidas. Una sociedad líquida, donde falla la autoridad y reina la comodidad.

La Fiscalía General del Estado está preocupado por el “progresivo e importante incremento de los delitos sexuales perpetrados por menores de edad: en 2021, los abusos y agresiones sexuales cometidos por menores de 18 años crecieron un 58%, como hizo público el Fiscal General del Estado, Álvaro García, al presentar la Memoria anual de la Fiscalía referente a 2021. El Fiscal pidió “una reflexión como sociedad”

La Fiscal superior del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, Teresa Gisbert, ha alertado sobre el aumento de la violencia sexual, familiar y social de los menores de 18 años, con datos en la mano.

Con cifras y datos objetivos, Gisbert no quiere que este fenómeno se ciña a algo coyuntural de la postpandemia, o al aumento en Valencia –y otras ciudades de España– de peleas callejeras e intervenciones de la policía.

La Fiscal lo hizo al presentar la Memoria Anual de la Fiscalía valenciana en las Cortes Valencianas. Anunció este lunes que informaba a grandes rasgos y que los detalles los expondrá ante la comisión de Justicia.

Teresa Gisbert no se limitó a informar, sino a urgir a que se actúe ya, por el aumento preocupante de la violencia protagonizada por menores de 14 años, límite de la edad penal.

Y propuso una medida: rebajar la edad penal de 14 a 12 años en los delitos más graves, interviniendo bajo la perspectiva de la reeducación, sin perder de vista el espíritu de la ley del menor, pero “es evidente que no podemos no hacer nada ante una realidad que va a más”.

Esta propuesta de Gisbert no es nueva en ella, pues la reducción de la edad penal es algo que ella ya defendió en 1996, cuando era la jefa de la Fiscalía de Menores.

Gisbert tiene razón en que es una realidad preocupante y hay que actuar. Como era de prever, los políticos se han apresurado a descartar esa rebaja de la edad penal a los 12 años. Merece una mayor reflexión, ¡algo de reflexión! viniendo de donde viene la propuesta. Se podrá estar de acuerdo o no con esa medida que propone, pero urge reaccionar como sociedad.

Que no primen los intereses electorales próximos de ser “impopular” ante padres o jóvenes que pueden votar en 2023, que tienen hijos o hermanos en esas edades de 12 ó 13 años, a los que una falsa ‘comprensión’ puede dificultar la debida reflexión.

Un dato: Alicante archivó en 2021 uno de cada cinco asuntos con menores porque los autores tenían menos de 14 años.

No pensemos solamente en agresiones sexuales. Pienso que casi todos hemos oído a amigos o conocidos que han sufrido o saben de alguien que ha sufrido agresiones en el ámbito familiar o robos violentos. Manotazos, empujones en escaleras… Son ejemplos reales que he oído. Y, como el desarrollo físico de los jóvenes con 12 ó 13 años ha aumentado tanto, hasta físicamente pueden amedrentar a su madre, por ejemplo, que con frecuencia calla por ‘proteger’ al menor, o por vergüenza o dolor de madre.

Es necesario intervenir cuanto antes sobre los menores y sobre su entorno familiar. Probablemente es un coste que estamos pagando por la sobreprotección o paternalismo de los progenitores hacia sus hijos: apenas se les niega nada, se les permiten insultos a los padres, desprecios frecuentes, que son el caldo de cultivo de agresiones físicas o psíquicas.

Otro dato muy preocupante que aportó la fiscal es que las violaciones cometidas por menores se han cuadruplicado en un año en Valencia, con 117: en 16 los agresores tenían menos de 14 años.

Está claro que urge actuar. En el ámbito familiar –que es donde se forja la personalidad primariamente– la autoridad de los padres se ha resquebrajado, con frecuencia por culpa o negligencia de los padres, por un mal entendido sentido de la libertad de los hijos. Ciertas tendencias culturales y de algunos medios de comunicación abonan ese permisivismo absoluto –a veces criminal– hacia los jóvenes.

También en el ámbito escolar me llegan comentarios de profesores: “ha aumentado la violencia de los alumnos, y también de los padres entre ellos y hacia los profesores”. Tanta coincidencia no debe llevarnos al desaliento sino a actuar.

 

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.