Realidades navideñas

La Navidad es maravillosa en sí misma, es una realidad de grandeza y buenos deseos, partiendo de que la palabra “Navidad” procede del latín “nativitas”, que significa “nacimiento”. Se celebra el nacimiento de Jesucristo en Belén. Fiestas esperadas y deseadas; para algunos, casi una carrera de agitación y obstáculos, con viajes, comidas copiosas, regalos, frenesí, un descanso que casi desean que acabe pronto.

Sería interesante hacer una encuesta, por ejemplo a 1.000 personas. Con las opciones que ofrece internet no es complejo, siempre que haya 1.000 personas que contesten. Tal vez la inicie yo mismo. Simplemente, una pregunta: “¿A qué asocia usted la Navidad, en una palabra?”. Seguro que saldrían estas respuestas: Belén, Jesucristo, Nacimiento, familia, viajes, celebraciones, regalos, convivencia. Ya me ofrece dudas cuál sería la respuesta más frecuente, porque el sentido religioso parece difuminado para muchos.

Hace unos días leí algo que me llamó la atención: las ventajas de preparar la Navidad en la pobreza, en vivir con lo necesario y ayudar a los demás. El consumismo es un intento de llenar el vacío interior, y adormece las inquietudes espirituales. Contemplar la pobreza de Belén conmueve y lleva a planteamientos más hondos de lo que parece, no son sentimientos infantiles. Esa contemplación nos llevará a acordarnos y ayudar a los afectados por la DANA ¡no podemos permanecer al margen o impasibles, o con una compasión sin obras! El Papa Francisco insiste en que, frente al consumismo creciente, es preciso hablar nuevamente del corazón. 

Hemos ido convirtiendo estas fechas en una especie de monumento al consumismo, en vez de reforzar el sentido religioso y celebrar con moderación y sentido común estas fiestas tan entrañables. El escritor inglés C.S. Lewis escribió: “Mi hermano escuchó a una mujer en el autobús decir cuando el bus pasaba junto a una iglesia con un pesebre fuera: ‘quieren meter la religión en todo, fíjese, ahora ¡incluso en la Navidad’”. Recuperemos la ilusión sencilla y profunda del Belén, de los villancicos en casa. Rezar es más importante que brindar; ayudar es mejor que regalar; acompañar es más importante que viajar: son prioridades, no incompatibilidades.

Pido otra realidad: que se informe cada semana de la tarea de reconstrucción de la DANA, con datos. Militares en la zona, Cruz Roja qué hace, centros de salud, colegios, caminos y calles, bomberos actuando. ¿Es complejo? Tal vez, pero no tanto si se ve como un servicio y algo que compromete más a las autoridades. ¡Feliz Navidad!

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.