Cuando España se encontraba más concentrada que nunca, cruzando quizá la mayor crisis de su corta democracia, que cuestionaba la supervivencia de un gobierno sumamente debilitado por la corrupción, por los numerosos casos judiciales en curso, por tumultuosos debates parlamentarios, por comités decadentes y congresos triunfales, he ahí que las portadas cambian de signo y de pronto, dos noticias acaparan las páginas de los rotativos y las pantallas de la televisión: se trata del choque racial surgido en la localidad murciana de Torre Pacheco y la Financiación singular de Cataluña.
La cuestión migratoria brota intermitentemente desde hace décadas, en España, en Europa y en todo el mundo desarrollado en que los índices de natalidad insuficientes impiden mantener el relevo demográfico, lo que es visto como un claro objetivo para los desfavorecidos países en desarrollo.
La inmigración se presenta como necesaria desde todos los puntos de vista: el moral, el económico y el político. Debidamente controlado es muy beneficioso tanto para el país de emigración como para el receptor. Una expulsión masiva de migrantes representaría la ruina para ambos grupos de países, de ahí que los gobiernos deban estudiar con moderación las medidas correctivas en este terreno.
Hablar de la extradición de ocho millones de migrantes en España o de cifras escalofriantes en los Estados Unidos no tiene ningún sentido. Los emigrantes que han llegado a un país legalmente, que buscan su prosperidad y la del país de acogida desarrollando una actividad laboral indispensable deben continuar en sus puestos y será delictivo privarles de sus derechos o agredirles.
Las declaraciones atribuidas a Vox han sido sin duda deformadas, ya que los inmigrantes ilegales, los desempleados, los peligrosos, los presuntos delincuentes en modo alguno alcanzarían los ocho millones mencionados y difícilmente rebasarían algunas decenas de miles de personas.
Un problema diferente es que con frecuencia, en España y sobre todo en países en que la inmigración comenzó antes que en el nuestro, como es el caso de Francia, Bélgica o Reino Unido los migrantes de segunda generación, han perdido sus raíces de origen sin haber logrado una plena integración en el país de destino, lo que les hace sentirse en tierra de nadie que puede derivar en actividades delictivas como las cometen los propios ciudadanos del país. De hecho, los porcentajes de delitos suelen ser semejantes en los dos grupos de población.
Torre Pacheco empieza a resultar molesto no solo por la agresión inicial, sino también por el efecto llamada de numerosos violentos que estimulados por argumentos radicales, perturban la paz social del lugar. Y también por interferir con la solución de otros problemas que requieren una pronta solución. Considero que no debemos enervarnos ya que las sentencias judiciales pronto empezarán a fluir y las aguas volverán a su cauce.
Pero no sin antes prestar muy debida atención a los intentos de ir a una financiación singular en un país plural en que es inadmisible beneficiar fiscalmente a las regiones más prosperas cargando la factura sobre la población de las restantes comunidades, en muchos casos, menos favorecidas. Ninguna autonomía, ya esté gobernada por el PP o por el PSOE, va a acoger de buen grado esta medida.
Lo más grave de la cuestión es que este gran beneficio que el gobierno central intenta otorgar a Cataluña se hace una vez más, no porque ello vaya a resultar beneficioso para el conjunto del país, sino porque Sánchez necesita los siete votos de Junts para seguir en el gobierno. De esta forma, la financiación singular viene a ser como una contraprestación otorgada a Puigdemont, una propina complementaria a la Amnistía.
¿Cuándo vamos a caer del guindo en España y en Europa y poner las cosas en debido orden en nuestro desordenado país?
Imágenes: Crowdiending.es, Ayuntamiento de Torre-Pacheco
Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.