Podemos ha enfilado a Amancio Ortega, porque es el exponente del éxito de la iniciativa privada frente al estatalismo a ultranza que pretende el partido de Pablo Iglesias.
Podemos busca anular la vida social, cultural y empresarial, y convertir al Estado en único proveedor de servicios ciudadanos. En definitiva, adueñarse del tejido social, para domesticarlo, que sirva a sus intereses ideológicos y plataforma para un crecimiento en votos para su partido. Para esa estrategia, Amancio Ortega, el máximo accionista de Inditex, es un obstáculo, personifica lo que la formación podemita desea desterrar, alegando los derechos humanos y la dignidad humana.
En el Congreso de los Diputados ha intentado incluso que comparezca el empresario, alegando las condiciones laborales de alguna empresa suya en Brasil. Si algo hay ilegal en Brasil, la justicia brasileña debería actuar, pero Podemos quiere ser juez mundial. PP y Ciudadanos han impedido la pretensión de un partido que es un intento de resucitar el comunismo: todo por el pueblo sin el pueblo, para acabar en una dictadura que, a la vista de las experiencias comunistas, han generado destrucción social e infelicidad.
Todavía recuerdo con viveza la impresión que me produjo en Bratislava, la capital de Eslovaquia. toda la margen derecha del río Danubio: una larga fila de edificios fríos, iguales, fotografía de la uniformidad urbana y social que preconizaba el comunismo. Colmenas, hacinamiento. Por contraste, la margen izquierda del Danubio alberga en Bratislava una bella ciudad con historia, estilo y personalidad.
El comunismo siempre ha buscado eliminar lo que diferencia, instalar un igualitarismo que anula la libertad y la creatividad: el pluralismo les provoca alergia, pero para hacerse con el poder social y político se sirven del pluralismo real, engañando a ingenuos, acobardados o bienintencionados.
Amancio Ortega molesta a Podemos. El hecho de que Ortega dé 320 millones de euros – lo denominan “limosna de millonario” – para invertir en tratamientos contra el cáncer es un auténtico tortazo para quien busca que el Estado, y sólo el Estado, garantice las mejoras y la calidad. ¿Cómo? Insistiendo en que los grandes empresarios paguen impuestos, más impuestos, para que el Estado mejore los servicios sanitarios o médicos: Amacio Ortega ya paga sus impuestos, pero Podemos querría que pagaran muchísimos más. Es el mismo motivo por el que molesta a Podemos la enseñanza privada y la labor social que hace la Iglesia Católica: son espejos donde se ve que la iniciativa privada funciona y bien, frente a “papá-Estado”.
El ataque contra Amancio Ortega forma parte de una estrategia más global, y que Pablo Iglesias ha reconocido: introducirse en la sociedad civil, en el tercer sector, controlando asociaciones, fundaciones, ONG, colegios profesionales, entidades culturales, para hacer de sectores libres-plurales-creativos un instrumento del partido político que lidera Iglesias.
Controlar la sociedad, el tejido social. Con este plan, pretende controlar hasta el cine o el medio ambiente, para convertirse en un colchones y arietes al servicio de Podemos.
Llegan datos de que esta estrategia pasa por saltarse los Estatutos de entidades de diverso ámbito, no convocar o informar a quien dirige una asociación, colegio profesional o ONG, porque pretenden hacerse con el control en nombre del pueblo, cuando en realidad en nuestra sociedad democrática esos organismos se dirigen porque son elegidos democráticamente, o son iniciativas sociales o personales dignas de reconocimiento.
Los “aliados” de Podemos en este plan son los propios ciudadanos, con frecuencia inclinados a la abstención por individualismo o comodidad. La amenaza es Podemos, pero se combate a base de participar en la sociedad, implicarse, denunciar abusos, arrimar el hombro, detestar el anonimato y las maniobras que intentan arrinconar a líderes democráticos o personalidades con prestigio. Desprestigiar figuras relevantes como Amancio Ortega es un plato apetecido y fomentado por Podemos.
Hay suficiente sentido común en España para que la mayoría se haya asombrado de la maniobra contra Amancio Ortega. La receta o vacuna es una sociedad civil dinámica, no asustadiza ni acomplejada ni utilizada, ni en nombre del pueblo ni en nombre de cualquier sofisma: sobran las trágicas y penosas experiencias históricas del comunismo y, aunque eviten la palabra “comunismo”, los podemitas son una nueva versión. En Venezuela vemos las consecuencias ahora: el hundimiento de un país, el éxodo masivo, el hambre, la violencia, la cárcel, la persecución.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.