El líder del PP ha anunciado que, si gobierna, habrá un Ministerio de Familia. Pablo Casado lo anunció hace unos días en Galicia, el fortín en estos momentos para el PP. Sea casual o no, no es nueva esta idea en el PP, y tiene tintes electoralistas frente a la defensa de los valores familiares que preconiza Vox, pero todo es electoralista en una campaña electoral, por lo que una buena dosis de espíritu crítico ha de impregnar cuanto oímos o leemos estos días. Pese a todo, a mí me suena bien que tengamos un Ministerio de Familia. Mejor tenerlo que no tenerlo, pero no es la panacea.
La crisis demográfica es más que evidente en España. Uno de cada cuatro de los 8.000 municipios españoles tiene más jubilados que trabajadores, y en la provincia de Castellón es más pronunciado: en 45 de los 135 municipios hay más pensionistas que personas trabajando. En un país de 47 millones vienen sonando las alarmas de una sociedad envejecida y que no tiene visos de cambiar a corto plazo, a juzgar por lo que observamos a nuestro alrededor y los fríos datos estadísticos. El reemplazo generacional está en el alero, las pensiones en entredicho y los síntomas de una sociedad enferma son crecientes: no es alarmismo, es realismo, aunque hay sectores que no lo ven así, o lo atribuyen a opciones personales cuando no a deficiencias estructurales. Muy típico en el ser humano dirigir la mirada hacia otro lado cuando hay dificultades de entidad, o escudarse en que la vida es compleja.
Hace unos días, un amigo me envió por whatsapp una fotografía de su nuevo nieto, con un breve comentario: ahora que apenas hay nacimientos, toda una noticia. Y lo es cada vida, pero la natalidad se encuentra ante muros que parecen infranqueables y de difícil solución: se retrasa el matrimonio, se invoca la precariedad laboral y aumentan los hijos antes o fuera del matrimonio, es decir no en el seno de una familia. Pero el análisis ha de ser más profundo: hay matrimonios con estabilidad laboral que tampoco tienen hijos ni quieren tenerlos. No es sólo la economía.
Casi es unánime reconocer que el resorte básico para toda persona es la familia y que, aunque todo o casi todo se tambalee, la familia es el apoyo que no falla, lo primero. No debemos caer en simplificaciones, pero cuanto contribuya a fomentar la natalidad y la familia es una buena noticia. Hay quienes prefieren que en la política la familia sea transversal, pero si es una prioridad ahora como lo es sería útil un Ministerio de Familia, aunque la solución principal no radica en estructuras administrativas.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.