Ha sido un mensaje en redes de la mano del Sr. Munilla, el caso del ginecólogo argentino Dr. Rodríguez Lastra. Los medios de comunicación lo han silenciado. El colegio de médicos no ha dicho nada. Muchos silencios. ¿Casualidad? No. Todo al servicio de una agenda que muchos conocemos.
En Argentina el aborto esta legalizado en caso de violación. Este ginecólogo hace dos años y medio recibió a una joven de 19 años que había sido violada y que quería abortar. Viendo entre los dos, los pros y los contras, decidió seguir con el embarazo y dar en adopción a su hijo. Se le practicó una cesárea y ese hijo ha cumplido dos años. Una diputada pro-abortista que se enteró denunció al doctor por reconducir la decisión de abortar. La sentencia le ha condenado a 2 años de prisión.
Increíble, pero cierto. No seamos ingenuos. Esto ha llegado a ocurrir dentro de una agenda del pensamiento único de la ideología de genero. Dios mio ¡¡¿Cómo hemos llegado hasta aquí?!!
Primero por el rechazo de la ley natural. Nos cargamos el derecho natural, y levantamos una bandera atractiva. "La bandera de la tolerancia". La tolerancia, entendida como respeto y consideración hacia la diferencia, como una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia, o como una actitud de aceptación del legitimo pluralismo, es a todas luces un valor de enorme importancia.
Estimular en este sentido la tolerancia puede contribuir a resolver muchos conflictos y a erradicar muchas violencias. Y como unos y otros son noticia frecuente en los más diversos ámbitos de la vida social, cabe pensar que la tolerancia es un valor que –necesaria y urgentemente- hay que promover.
Sin embargo, promover una acertada aplicación de la tolerancia es algo extremadamente difícil y complejo, que conviene analizar con calma, sin trivializarlo, para no caer en simplistas reduccionismos. Promover la tolerancia no es tolerarlo todo, porque es evidente que no se puede permitir todo.
No hemos hecho ésto, y con la bandera de la tolerancia hemos legalizado el aborto, la eutanasia… Y para rematarlo hemos levantado una segunda bandera "el relativismo”. “Todo es relativo” (menos lo que digo yo). Y desde el relativismo yo tengo nuevos derechos. Es mi subjetividad la que prima. Y con este caso del Dr. Rodríguez Lastra, vemos con claridad que desde el relativismo, pasamos a la dictadura del relativismo. Del derecho a matar, a la obligación de matar. Y quien no participe de ese relativismo será condenado.
Increíble, pero cierto.
Mª Ángeles Bou Escriche es madre de familia, Orientadora Familiar, Lda. en Ciencias Empresariales y profesora