Estos días pasados, con el epicentro en la celebración de Nochebuena y Navidad, además del festivo este año de San Esteban, ofrecen multitud de comentarios en las reuniones familiares o con amigos, además de observaciones de interés.
El sentido cristiano de estas fiestas se ha ido perdiendo, pero tal vez por eso mismo se observa –y se comenta– un renacido interés de algunos para que haya belenes en casas y despachos, como reacción a un planteamiento de meras vacaciones, copiosas comidas y cenas. Lugares donde otros años no se ponían belenes han visto este año cómo se recupera esta tradición. No sé si es mera apreciación personal o es algo generalizado, pero es una muestra de preservar el sentido de estas fiestas, que a mí me parece positivo.
El “bombardeo” de whatsapp en estos días es objeto también de muchos comentarios. Es un modo de felicitar la Navidad útil en algunos casos, pero indiscriminadamente y sin apenas tono personalizado pierden bastante su sentido. El caso que me ha parecido más llamativo, y fuera de lugar, es un conocido mío –con el que sólo hablé por teléfono dos veces hace unos meses por razones profesionales-, que reside en una ciudad alejada, y que tuvo la ocurrencia de crear un Grupo de whatsapp el día 23 con unos 300 contactos suyos, entre los que me incluyó. Ante mi asombro, lo hizo el 23 por la noche, y en unos pocos minutos un número considerable de personas se salió del grupo, y yo también, porque en 10 minutos empezaron a entrar mensajes de gente desconocido y parecía no tener fin. No sé si se le ocurrió viajando en tren, y con horas por delante tuvo semejante iniciativa, pero desde luego nos salimos bastantes de ese Grupo. Las nuevas tecnologías no están reñidas con el sentido común, y desde luego soy de los que opinan que, en estas fiestas, el móvil donde mejor está guardado es en la habitación o apagado, porque puede privar la intimidad y la serenidad.
Un amigo me hacía esta consideración: “pasaré las fiestas con la familia, no con familiares lejano que nunca les veo durante el año, y que si nos reunimos será para discutir”. Lo decía exagerando un poco, claro está, pero pienso que puede suceder: acordarse sólo de familiares en esta ocasión puede generar un clima tenso. Si hay que arreglar enfados, mejor hacerlo en otras fechas, y que la Navidad se pase en paz. La Navidad suscita buenos deseos, también de acompañar a gente sola, pero el sentido común también es para Navidad.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.