El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, por su modo de ser y por su origen gallego, tenía muy pensado lo que iba a decir sobre la constitucionalidad de la ley del aborto. Sea acertado o no, haya revuelto a unos y contentado a otros, pero seguro que lo tenía muy pensado.
Feijóo criticó que se haya tardado 13 años en resolver el recurso del PP por parte del Tribunal Constitucional. Sin lugar a dudas, pasa a la historia de este Tribunal esta tardanza tan extraña, o tan meditada, según se mire.
Si de verdad fuera un tribunal independiente, lo hubiera resuelto antes, pero a quien no le interesaba que se resolviera el recurso presentado por el PP en 2010 por la ley de Bibiana Aído… era al propio PP. Quien sepa lo que sepa, no sé si queda bien su relato.
Me sorprende que Feijóo dijera la semana pasada que es “mi opinión personal”. Siendo presidente del PP y en cuestión tan importante, nada de lo que diga puede decirse que sea a nivel personal, pues habla en calidad de presidente del PP. Su “opinión personal”, tras semanas en que habrá estado pensando qué declarar. Enigmático todo.
Una vez más, la pregunta para saber el principal responsable de que se haya tardado tanto es cuestionarse a quién ha beneficiado, y el beneficiado ha sido el PP, porque ha evitado posicionarse sobre el aborto en estos años, a la espera de que el Tribunal Constitucional resolviese el recurso.
El PP tuvo mayoría absoluta con Mariano Rajoy y no hizo nada, sino esperar que el Constitucional resolviese. Fue todo muy raro, para acabar con la dimisión del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, por los vaivenes en torno al aborto. ¿Raro o coherente con la ambigüedad buscada y trabajada año tras año? Pablo Casado también se refugiaba en esperar a que el Constucional resolviese al recurso del PP de 2010.
El aborto une a la izquierda; desune al centro-derecha o, si se quiere, a la derecha. El electoralismo lleva a frecuentes fluctuaciones a los partidos políticos, y son tiempos ya de tambores electorales.
Vox se frota las manos con las declaraciones de Feijóo, y en el PP hay de todo, desde aplausos, silencios o indignación por las declaraciones de Feijóo.
Hace años, un amigo me contó un suceso significativo en un pueblo de Galicia. Le preguntó a un vecino si había Misa a las 8. El lugareño le contestó: “Ayer hubo”. Hacer preguntas a un gallego es muy arriesgado, pues responde con otra pregunta o con una afirmación de la vida misma que impide discusiones.
Feijóo tenía muy pensado lo que dijo, de eso no hay duda. Calculó lo que le da más votos al PP. Tengo dudas de que, tras el revuelo provocado por sus palabras sobre el aborto, afirmara lo mismo. Tal vez pierda más votos que se irán a Vox que ganar votos por lo que dijo.
La mayoría social en España es, hoy, abortista. Duela o no. Pero en cuestiones como la vida hay defensores del derecho a la vida, aunque no sea electoralista, y también hay en el PP quienes piensan que la ideología del partido ha sido y es contraria al aborto. Muy espinoso.
Las tres leyes sobre el aborto en España las ha aprobado el PSOE: Felipe González (1985), José Luis Rodríguez Zapatero (2010) y Pedro Sánchez (2022). El PP ha tenido mayorías absolutas con José María Aznar y Mariano Rajoy, y no las ha cambiado significativamente. Es una realidad.
Hay opiniones muy variadas. Me decía sobre esta cuestión un amigo, que no esconde su reiterado voto al PP, que el aborto es una “cuestión muy personal”, que debe dejarse a la decisión de cada uno. ¿“Muy personal” eliminar un feto o no, cuando es una vida real, objetiva? Es el imperio de un pluralismo que no quiere saber de realidades, sino seguir anclado en el reino de la opinión de cada uno. Sinceramente, yo quiero conocer y saber la realidad, no refugiarnos continuamente en la opinión o la decisión personal, pues no todo vale, no todo tiene el mismo valor, no todo es admisible.
Y hay quien piensa que, para votar al PP, basta con desear echar de la Moncloa a Pedro Sánchez, convencido de que el PP ejercerá un poder más moral. La prioridad, por tanto, la fijan no en el aborto –aunque el primer derecho es el de la vida del ‘nasciturus’-, sino en desalojar a Sánchez. Razonan que no puede ser tan malo ni peor, aunque discrepen de la “opinión personal” de Feijóo, y por tanto votarán igualmente al PP.
Veremos qué pasa en provincias pequeñas, donde unos pocos votos se vayan a Vox por esta opinión personal de Feijóo. Muchos enigmas.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.