Aznar irrumpe como un rayo

El mismo día que José María Aznar, en un acto celebrado en FAES, llamaba a una movilización ciudadana contra la amnistía que pretende llevar a cabo Pedro Sánchez para recibir el apoyo de Puigdemont, me sorprendió una tormenta más que considerable.

Aparqué el coche ante la tromba de agua y escuché un ruido, tal vez como nunca había escuchado. En varias ocasiones escuché el estallido de bombas de ETA, en Zaragoza, tal vez a un par de kilómetros de distancia. Este ruido del martes fue superior.

Esta vez el ruido, el desgarrón que escuché, me pareció ser una explosión o un derrumbamiento de un gran edificio. Pero no: fue un rayo que impactó a unos 100 metros de donde me encontraba, y lo hizo contra una palmera, incendiando totalmente la parte superior, de modo que parecía una antorcha enorme.

Aznar suelta “latigazos” con cierta frecuencia, a veces a destiempo, y otras veces descuidando las formas, por lo que le temen también en el PP. Sin embargo, en esta ocasión sus palabras han sido como un rayo, que hacía falta en la sociedad española para reaccionar mayoritariamente –porque somos mayoría los que nos oponemos a esa amnistía– contra esa injusticia, ese ataque a la democracia, por un puñado de votos.

Aznar animó a “plantar cara con toda la determinación a un plan que quiere acabar con la Constitución”. Alfonso Guerra afirmó, hace unos días, que este plan fulminaba –sí, como un rayo– la Transición: tal vez es más duro y contundente Guerra que Aznar, según se mire.

“Creo que España acumula energía cívica, institucionalidad y masa crítica nacional para impedir que este proyecto de deconstrucción constitucional, que este proyecto de disolución nacional, se consume”, afirmó el ex presidente del Gobierno, y recojo sus palabras porque es interesante valorar lo que dijo y lo que el Gobierno ha afirmado tras las palabras de Aznar.

La portavoz del Gobierno Isabel Rodríguez, calificó de “golpista” esa declaración cívica de Aznar, preguntándose si el paso siguiente es un “alzamiento”, evocando el de 1936.

Mucho han escocido las palabras de Aznar al Gobierno. Isabel Rodríguez las consideró de “absoluta gravedad” y pidió a Alberto Núñez Feijóo que rectifique lo afirmado por Aznar.

Aznar lanzó un rayo fulminante contra la pretendida amnistía. Hay todavía mucha pasividad y lentitud en España ante semejante barbaridad antidemocrática y antijurídica del Gobierno, y pienso que hemos de despertar, por supuesto con todos los medios democráticos a nuestro alcance.

Intentar lapidar a José María Aznar sistemáticamente es contraproducente para el Gobierno. Descalificar requiere tener motivos razonables y dosificar el tono de la rectificación. Aludir a falta de categoría de moral de Aznar para silenciar sus palabras ha sido sorprendente. Salvo que haya escocido tanto, que “al que le pique, que se rasque”, y puede que Aznar esta vez sí haya acertado con la diana.

El Gobierno se ha equivocado, para sus intereses, al agrandar ahora las declaraciones de Aznar, fomentando que tengan una mayor difusión y arraigo. En la comunicación hay que valorar si el silencio es la mejor comunicación… o intentar silenciar o minimizar.

Por otra parte, se comprueba que el recurso de aludir al alzamiento nacional, de modo expreso o velado, para intentar alarmar y asustar a un sector de la población, gusta mucho a la izquierda española. Tal vez porque comprueban que es eficaz, al menos hasta ahora.

En una sociedad española como la actual, “light” y adormecida, el rayo que lanzó Aznar es beneficioso democráticamente. Reaccionar no es sinónimo de violencia, sino de tener reflejos y actuar con todos los resortes democráticos.

 

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.